
El presidente valenciano, Ximo Puig, comienza a cumplir su promesa electoral de bonificar al 99 por ciento el impuesto de Sucesiones para las empresas familiares. Sin duda, la materialización de ese compromiso no es todo lo ambiciosa que ese sector reclamaba, ya que la bonificación se limita a las firmas que facturan menos de 10 millones.
Es deseable que el beneficio se extienda a todas las empresas familiares, ya que resolvería el gran problema que el relevo generacional plantea a este tipo de sociedades. Pero, sobre todo, resultaría positivo que Valencia dejara de reaccionar a la política fiscal de autonomías como Madrid con falsas acusaciones de dumping y se lanzara a hacer más eficiente su gestión, y a competir con ellas en materia tributaria para atraer inversiones.
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