
A estas alturas del año, y después de que todos los analistas hayan formulado sus teorías sobre los costes de la parálisis política en nuestro país tras la celebración de las nuevas elecciones generales, se podría llevar a cabo un ejercicio de política-ficción sobre aritmética simple de partidos o describir los costes económicos derivados del enquistamiento institucional en España.
Sin embargo, y habida cuenta de que existen factores inmanentes que nos ha conducido a esta situación, siquiera sea de forma tentativa se puede elaborar un decálogo de causas que condicionan y van a condicionar la actividad política de los próximos años:
1. La fragmentación de opciones políticas que dibuja un escenario de minifundismo de partidos con una variación emergente como es la provincialización de la actividad política y, por consiguiente, la segmentación de la representación parlamentaria. Así, en un escenario en el que los partidos con vocación de gobierno no superan los 130 escaños, el incentivo a la infrarepresentación territorial se presenta como una oportunidad.
2. El triunfo del sentimentalismo o de las emociones que sustituye al pensamiento práctico o al imperio de las ideas. La política se presenta como un gran reality donde vencen las sensaciones y los sentimientos más básicos frente a las necesidades racionales. Lamentablemente, ciertos medios de comunicación han ahondado en este fenómeno de conversión de lo político hacia lo espectacular.
3. La simplificación burda de las ideas o el reduccionismo dialéctico que viene a presentar el programa de algunos partidos políticos con eslóganes rudimentarios de escasa racionalidad y nula coherencia intelectual. En esta campaña se han llegado a escuchar frases como "autonomías o pensiones", lo que constituye un falaz expresión de mero populismo retórico. En este apartado, ambos extremos del segmento político compiten en estos apriorismos sin que, por regla general, se rebata argumentalmente por ninguna otra fuerza política.
En política vencen los sentimientos más básicos frente a las necesidades racionales
4. La imposición del pensamiento rápido y narcisista, más apegado al culto a la imagen que al culto a la palabra y a la idea. La victoria de la representación visual o de la frase ocurrente y rápida frente al mundo de las ideas ha abocado a una depauperación de la actividad política. En esta campaña se han llegado a ver vídeos e imágenes de aspirantes a la presidencia del Gobierno de nuestro país que ofendían el más básico de los sentidos comunes.
5. El tacticismo de ma-nual como forma de resistencia o de detentación del poder, yugulando intereses superiores como la permanencia de un proyecto nacional e histórico llamado España o la búsqueda del mayor bienestar individual y colectivo del conjunto de la sociedad.
6. La renuncia al futuro a cambio de la conquista nostálgica y mórbida del neopasado. La captura de las emociones mediante la reinvención del conflicto de las dos Españas es un juego en el que están sucumbiendo peligrosamente nuevas generaciones de españoles, que no conocieron la transición ni el efecto eugenésico que tuvo en la historia de nuestro país.
7. La explosión del centro político como consecuencia del devastador uso del hiperliderazgo en determinados partidos, de modo que el centro ha desaparecido por falta de consistencia en el discurso de quienes venían a desempeñar ese papel y han fracasado.
8. La concentración del juego político en el centro del campo ha achicado los espacios de las principales fuerzas políticas abriendo una autopista por los laterales a las dos formaciones extremas de derecha e izquierda que no han encontrado réplica. Una muestra de ello han sido los debates en los que se ha renunciado a cuestionar el pensamiento político de Vox y Unidas Podemos, por no atribuirle ni la condición de víctima ni de protagonista, por mucho que algunos de sus planteamientos no tuvieran una mínima base intelectual.
9. El bloqueo por falta de iniciativa para la formación de Gobierno y los bloqueos parciales de algunos partidos políticos. El fin del bipartidismo socava la alternancia regular en el poder a cambio de estrategias basadas en cubrir los flancos de cada formación. Esta tendencia puede provocar diluciones de identidad inducidas por el relativismo de ciertos discursos políticos.
10. La pérdida de perspectiva para abordar los grandes retos del futuro a cambio de un cortoplacismo alarmante, que coincide con la degradación de la calidad de la política y de muchos de sus actores.
A la vista está que, de compartir el diagnóstico, queda mucho trabajo por hacer. Y es un trabajo extraordinario porque requiere coser de nuevo el talento, la capacidad, la experiencia y el verdadero patriotismo. No hay tiempo que perder porque el tiempo se gana a base de esfuerzo y de comprensión de nuestras debilidades y de nuestras fortalezas. Por eso, hay que devolver a España los argumentos para acabar definitivamente con los argumentarlos de lectura gregaria. No es tarea fácil, pero no hay que resignarse.