
Ford anuncia que, a partir de 2022, trasladará a EEUU la producción de los motores Ecoboost de 2 y 2,3 litros de cubicaje que ahora se fabrican en su planta de Valencia, empleando a mil trabajadores.
La marca del óvalo aduce razones logísticas para el traslado. En concreto, argumenta que estos equipos se montan, sobre todo, en coches americanos y es más eficiente fabricarlos cerca de las cadenas de montaje donde se crea el resto de sus componentes. Con todo, resulta muy significativo que Ford decida deslocalizar precisamente ahora, después de que se hayan fomentado multitud de incertidumbres que afectan a la industria automovilística en España. La inestabilidad política condujo a unas nuevas elecciones en las que es posible que un PSOE debilitado tenga que pactar con Podemos y transija con su radicalismo en ámbitos como la política medioambiental. Pero no hace falta esperar a ese escenario.
El modo en que atacó a los motores de combustión influye en el traslado de la producción de este tipo de componentes
Lo cierto es que, ya en la pasada legislatura, Transición Ecológica se afanó en comunicar mensajes que garantizaban el fin definitivo de la propulsión mediante combustibles fósiles en 2040, aun cuando no existe evidencia ni científica ni económica capaz de respaldar ese pronóstico. Pese a carecer de base, ese vaticinio ya tuvo un primer efecto en las ventas de automóviles, cuyo descenso es generalizado entre empresas y particulares desde enero. Ahora parece abrirse una nueva fase en la que afecta a la producción misma de motores que no sólo se desarrolla en Valencia, puesto que Renault tiene su propia planta en Valladolid y Nissan en Barcelona. Son ya patentes los daños que un mensaje tan pernicioso provoca en una industria vital para el PIB español y para la creación de empleo cualificado.