
La UE pone al día el reglamento que regula la información que los ciudadanos deben recibir sobre el origen de los alimentos que consumen. A partir de ahora, esos datos ganarán en claridad de modo que se asegura su comprensión por parte del "consumidor medio".
Se trata de una necesaria mejora. La información de esa índole resulta obligatoria desde 2011, pero se ofrecía a través de códigos y abreviaturas cuyo significado sólo estaba al alcance de los especialistas del sector. En esas circunstancias se han podido desarrollar prácticas tan cuestionables como la venta de jamón polaco bajo etiquetas que pregonaban su origen español. Ahora, con el nuevo reglamento, el consumidor contará con todos los datos para calibrar la verdadera calidad de los productos que adquiere.