
La debilidad del consumo en España se deja notar en múltiples frentes, desde el avance del PIB a la inflación y también la actividad de sectores concretos como el bancario. La concesión de créditos al consumo encadena cuatro meses de caídas en agosto, y ahonda su descenso hasta rozar el 7 por ciento en ese mismo mes.
Se trata de un significativo punto de inflexión, considerando que este tipo de préstamos llegaron a registrar avances del 30 por ciento en los momentos álgidos de la recuperación económica. Con todo, no sólo los bancos sufren la menor demanda de hogares y de empresas. La actividad del sector manufacturero español, según la mide el índice PMI, continuó en septiembre por debajo de 50 puntos, lo que es un indicativo de contracción. Además, ahondó su caída hasta las 47,7 unidades, su nivel más bajo desde abril de 2013. A todo ello, debe sumarse el bajo nivel que muestran los niveles de inflación en nuestro país, que apenas avanza una décima en septiembre, y los niveles históricos a los que regresa la tasa de ahorro.
La concesión de crédito al consumo desciende y delata la debilidad del que es ahora el único motor del crecimiento
El aluvión de muestras de anemia en el consumo debe constituir una preocupación. El sector exterior ya no ayuda a impulsar el crecimiento que el PIB mantiene y esa situación no cambiará en el corto plazo. Basta observar el modo en que se contrae el comercio a escala mundial, ya que la OMC estima que sólo crecerá un 1,2 por ciento este año, frente al 2,6 por ciento inicialmente previsto. Además, dos de sus motores principales, la UE y EEUU, ven hundirse sus respectivos PMI manufactureros. En consecuencia, el PIB español queda a merced de la demanda interna, por lo que la debilidad del consumo (y también de la inversión) amenaza con una mayor desaceleración.