
El comercio tradicional español acelera la entrega en los domicilios de las compras realizadas por los clientes. Es cierto que los costes logísticos que conlleva acelerar los plazos para realizar los envíos en el mismo día supone reducir los ya exiguos márgenes de la distribución.
Máxime si se considera que las firmas deben renovar sus flotas para superar las restricciones de los Ayuntamientos en los accesos al centro de las ciudades. Pero se trata de un esfuerzo necesario para plantar cara a los gigantes del comercio electrónico, como Amazon o Alibaba. Sin duda, supone un sacrificio de calado para un sector que afronta ya otros problemas, como la desaceleración del consumo. Pero puede compensarse mediante reducción de costes y mejora de la eficiencia.