
Por segunda vez el Gabinete del presidente Pedro Sánchez se somete a la valoración anual que elEconomista hace del equipo económico del Gobierno. En el transcurso de los últimos 365 días, los lectores no sólo evitaron mejorar el contundente suspenso que aplicaron al Ejecutivo en 2018; ahora incluso empeoran esa calificación, 2,36, al situarla en 2,17 puntos.
Tampoco aprueba en la evaluación de los profesionales de este periódico, quienes le otorgan un 4,3. De hecho, resulta especialmente significativo que la portavoz encargada de representar al Gobierno en su conjunto, la titular de Educación Isabel Celáa, sea quien recibe el varapalo más severo por parte de los lectores (1,88). Son resultados llamativos después de la mejora sustancial, en cuanto a representación parlamentaria, que el PSOE cosechó tras las elecciones generales de abril. Sin duda, no ayuda la permanencia en el cargo de ministros que, desde la anterior legislatura, muestran una inaudita inactividad, como es el caso del responsable de Ciencia, Pedro Duque (incapaz de llegar al 3 en las votaciones de los periodistas y de los lectores). Sin embargo, la gestión mucho más proactiva de otros miembros del Gobierno como la titular de Economía (Nadia Calviño) también queda lastrada en las puntuaciones por la imagen general de parálisis, cuando han transcurrido más de 100 días desde las elecciones. No es casual que en ese periodo se hayan acumulado los indicadores (empleo, consumo, vivienda,...) que muestran un deterioro económico que hace más urgente la formación de un Gobierno estable que no quede a merced de las exigencias de Podemos o, si eso no fuera posible, convocar elecciones. En una situación así, Sánchez no debe prolongar más la interinidad.