Los datos de la principal entidad certificadora de nuestro país, Aenor, son elocuentes. Desde 2018, el volumen de empresas y centros certificados con el sello de bienestar animal en España crecen a un vertiginoso ritmo del 80% anual, lo que en términos de facturación se traduce en un aumento del 66% en sus ingresos.
La gran distribución, como el último eslabón de la cadena agroalimentaria, juega un papel fundamental de prescripción de producto y de sus cualidades ante el consumidor, recuerdan desde la entidad. Es en ese punto de contacto donde entran en juego certificaciones voluntarias que demuestran el compromiso de las marcas con los valores de respecto que demanda la sociedad, en este caso, el de una producción respetuosa con el medio ambiente, la economía circular y, por supuesto, el bienestar de los animales.
Este es el motivo por el que grandes empresas de la distribución, las que mayor interés tienen en posicionar su marca de cara al consumidor, se han lanzado desde hace unos años a certificar con Aenor un amplio abanico de productos de origen animal, desde carne de pollo, vacuno o cordero frescos, a leche, huevos o loncheados de cerdo. Además de un valor competitivo añadido para las marcas de la distribución, contar con estos sellos supone demostrar con hechos ante el público su compromiso con los valores que le importan a la sociedad.
En palabras de Mercedes Ziegner, manager de Alimentación y distribución de Aenor: "a través de la certificación se aporta una capa de confianza añadida a las declaraciones de las empresas. La preocupación de la gran distribución por las inquietudes o demandas de los consumidores ha existido siempre. Y esa preocupación ha evolucionado y la exigencia de un consumidor sensible es cada día mayor. Los últimos 10 años sobre todo hemos visto una gran evolución en torno a valores relacionados con el bienestar animal. Tanto es así que actualmente tenemos una decena de certificaciones del sector cárnico".
Este creciente interés, voluntario y a la vez interesado, ha llevado a la entidad a contar con alrededor de 2.000 certificados activos en la actualidad dentro del sector cárnico, una cifra en la que se engloban sellos que agrupan a varios centros de producción.
Auditorías voluntarias
Entre los diferentes tipos de certificaciones de bienestar animal, el más extendido por su transversalidad es el sello Welfare Quality, explican desde Aenor, y que se basa en la observación directa del animal, centrándose en cuatro aspectos: que esté sano, que tenga un buen alojamiento, un buen comportamiento y una buena alimentación. "Es un certificado independiente, que se puede utilizar para todas las especies de animales, desde vacas a cabras pasando por gallinas o conejos", apostilla Ziegner. Su obtención garantiza ante el consumidor con una auditoría exhaustiva que el alimento, en todas sus fases de producción, ha cumplido con todos los requisitos.
Desde Aenor reconocen que esta nueva ola certificadora no ha hecho más que empezar y que las perspectivas de aumento de los sellos son grandes, de la mano de una creciente sensibilización de un público consciente de la necesidad de mantener unos criterios de producción sostenible, respetuosa con el medio ambiente y apoyada por la tendencia flexitariana de consumir menos proteína animal, pero de mayor calidad. En este sentido, recuerda su portavoz, "pronto veremos cómo proliferan los sellos específicos para cada especie animal. Ya han aparecido certificaciones específicas para especies marinas, como el atún y es cuestión de tiempo que se extiendan a otros productos de la pesca o piscifactoría".
En el mar, precisamente, es donde se encuentra el siguiente terreno de nuevo de innovación de la pujante industria de las alternativas vegetales a la proteína animal, como demuestra el lanzamiento al mercado el año pasado de Vuna, el atún no atún de toda una multinacional como Nestlé. Y no es un caso aislado, porque en los lineales de cadenas como Mercadona ya podemos encontrar gambas vegetales de la empresa española Nutriveg.