
Las uvas ofrecen un sinfín de beneficios: son antioxidantes, diuréticas, depurativas, antiinflamatorias, reducen la fatiga y el estrés... Y, además, están ricas. ¿Por qué dejarlas solo para darle la bienvenida al nuevo año?
Probablemente la mayoría de los españoles le daremos la bienvenida al 2022 intentando tomar las tradicionales doce uvas acompasándolo con las campanadas bajo la creencia popular de que si lo logramos tendremos suerte durante los próximos 365 días.
Con o sin ella, lo cierto es que, al menos desde el punto de vista de la salud, seremos más afortunados si las degustamos más allá del día de Nochevieja, ya que estamos hablando de una fruta con unas incomparables propiedades nutricionales.
En el portal www.monografias.com, recuerdan que este fruto, procedente de una planta llamada vid, con su nombre latino Vitis Vinífera, es un arbusto procedente del Asia Menor, que, según la Biblia, ya existía antes del diluvio universal.
Por lo tanto, es uno de los frutos más conocidos y uno de los alimentos que caracterizan la dieta mediterránea. La citada fuente recopila diferentes estudios médicos y farmacológicos que recogen las principales propiedades o beneficios terapéuticos de las uvas.
En primer lugar, hay que destacar que, gracias a su contenido en antioxidantes, como flavonoides y resveratrol, las uvas previenen las enfermedades cardiovasculares; y, en segundo término, señalar que este fruto, debido a sus propiedades laxantes, combate el estreñimiento y equilibra la flora intestinal.
Además, las uvas son astringentes y diuréticas y previenen la aparición de cánceres, sobre todo los de próstata, colon o mama. Por su contenido en sustancias antioxidantes, esta fruta también refuerza las defensas del organismo, en tanto que su contenido en agua y fibra la hacen muy depurativas.
Antiestrés
Las uvas son, asimismo, un remedio natural contra la fatiga, la anemia, el estrés físico y mental -motivado por la acción tonificante de los azúcares y las vitaminas que llevan-, disminuyen las inflamaciones, y ayudan a tratar los trastornos del tubo digestivo, las afecciones crónicas del hígado o la hipertrofia del bazo.
Por otro lado, el consumo de uvas favorece la eliminación de cálculos renales, las buenas digestiones y evita la dureza del vientre. Finalmente, está indicado comer uvas para tratar las hemorroides, los cólicos biliares, los cálculos hepáticos, el escorbuto, la bronquitis, la tisis, la inflamación de la vesícula biliar, la gota, el reúma, la artritis y las afecciones de las vías respiratorias y circulatorias.
Su contenido en resveratrol, una sustancia antifúngica (presente sobre todo en la piel de la uva negra y roja), que impide el crecimiento de hongos; y que además es antioxidante, lo que le confiere propiedades anticancerígenas, permite calificar a las uvas de superalimento.
Entre las bondades del resveratrol cabe citar que es antiinflamatorio y un inhibidor plaquetario, lo que hace que la sangre sea menos espesa y se prevenga la formación de coágulos sanguíneos que podrían derivar en infartos cerebrales o cardiacos.
Por otra parte, en la cutítula o piel de la semilla de este fruto se encuentra un principio activo denominado polifenol. Estudios clínicos demuestran que el polifenol es más eficaz que la vitamina E (la más antioxidante de todas las vitaminas). Esto les confiere a las uvas un gran poder cicatrizante y protector de la piel frente a los rayos solares.
Asimismo, las semillas o pepitas de la uva incorporan ácidos grasos poliinsaturados útiles para bajar los niveles de colesterol en sangre. Las uvas también poseen hasta un 16% de azúcares (glucosa y fructosa) de muy fácil asimilación, junto con un elevado contenido en vitamina B6, circunstancia que contribuye a preservar una adecuada función cerebral.
'Un superalimento'
La doctora especializada en tecnología de los alimentos Ana Haro García, en un artículo publicado en la web www.pulevasalud.com, explica que la uva contiene fundamentalmente agua (80%) e hidratos de carbono (17%) fácilmente asimilables, caso de glucosa, fructosa, sacarosa, dextrosa y levulosa, por lo que es una buena fuente de energía.
La uva negra aporta 110 calorías por cada 100 gramos y la blanca 75. En consecuencia, su alto contenido en hidratos de carbono las desaconseja en personas diabéticas. Haro García recuerda que las uvas tienen todas las vitaminas del grupo B, clave para el correcto funcionamiento del sistema nervioso.
La doctora señala que las uvas aportan betacoreno -precursor de la vitamina A- muy útil para una perfecta visión y protección de las mucosas, y que es un excelente antioxidante.
En cuanto a su contenido en vitamina C, pese a que su aporte es menor al de otras frutas, como los cítricos, se asimila muy bien por la presencia de sustancias flavonoides.
Por otro lado, este alimento destaca por su contenido en minerales como potasio, magnesio, calcio, azufre y hierro, así como por sus pequeñas cantidades de cobre, manganeso y selenio.