"Desde mi infancia acompañaba a mi abuelo para ver cómo salían esos chorros de aceite del trujal familiar. Todas las mañanas mojábamos la tostada del desayuno en aceite recién molturado; eso era vida y aprendizaje: mis olores de la infancia". Son los recuerdos de Carlos, propietario de Tresces, una empresa olivarera de los Montes de Toledo, que arrancó su historia en 1866 y que se ha creado a partir de la herencia de esos grandes recuerdos.
La figura de abuelo-historiador y transmisor de valores coge especial relevancia en la historia de la compañía. "El cuidado, la paciencia, el hacer las cosas despacio y bien, con cariño… hábitos sencillos que deben fomentarse en una época donde los ritmos de vida actuales hacen más difícil pasar tiempo juntos. Se echan de menos esas fuentes de inspiración y enseñanza y se echa de menos convertir los grandes recuerdos en tradiciones", explican en la familia propietaria de Tresces.
La generación actual, empeñada en su deseo de perpetuar y mejorar este patrimonio familiar y convencida de que tiene entre sus manos un producto de una excelente calidad, ha invertido en innovación y tradición consiguiendo un cultivo sostenible y respetuoso con el entorno.
El olivar tradicional, con más de 300 años de historia, se encuentra situado en el corazón de los Montes de Toledo, y gracias al enclave en altura, a los más de 250 días de sol y su clima atlántico, les permite elaborar el aceite virgen extra de la más alta calidad de variedades como Cornicabra (D.O.P Montes de Toledo) y Picual.
En la aceitera aseguran que buscan la excelencia, basada en distintas claves: mantenimiento y cuidado diario del olivar; establecer el momento óptimo de recolección temprana; ediciones limitadas: primando la calidad sobre la cantidad; trasladar la aceituna a la almazara en un tiempo inferior a una hora; molturar en frío, siempre por debajo de los 21º y decantar por procedimientos naturales.
Modernización y tradición
En Tresces aseguran que "este es el origen de un aceite de oliva virgen extra de gran calidad, de edición limitada y con mucha personalidad. A lo largo de los últimos años, han incorporado las más modernas técnicas de riego, fertiirrigación, que junto con las labores tradicionales de campo (poda, desvareto y aclareo), y una almazara en la propia finca, lo convierten en un entorno óptimo para la elaboración de uno de los mejores aceites de oliva virgen extra de los Montes de Toledo".
Tresces se une a los pocos productores de aceites de oliva virgen extra de alta gama y de recogida temprana de los Montes de Toledo. Se sienten orgullosos de continuar el legado familiar, modernizar el entorno y aportar un producto que permite la transmisión de historias y valores familiares. "Con una selección rigurosa basada en el análisis de las parcelas y del fruto y una recogida temprana de las aceitunas, permite asegurarse un producto de máxima calidad", explican en Tresces, convencidos de la importancia del legado familiar para transmitir las tradiciones. "No producimos aceites, potenciamos recuerdos", sentencia Carlos.