Un año más, el Mundial de motociclismo cayó del lado de Marc Márquez. El ya ocho veces campeón del mundo se ha convertido, a sus 26 años, en una leyenda del deporte de motor y bajo el lema de la constancia no quiere pensar en números futuros para convertirse en el más grande. Una humildad que lleva por bandera y que a su llegada a España, tras conquistar el título en Tailandia, remarcó ante los medios de comunicación en la sede de Repsol Honda ("su casa deportiva").
A falta de una vuelta para el final del Gran Premio que se celebró en Chang, Marc Márquez ya tenía el octavo mundial en su mano pese a ir segundo. Pero en su perseverancia está el éxito y no conforme con ello, el de Cervera apretó para acabar superando a Quartararo en la última curva y celebrar la corona con una nueva victoria. La novena en 15 carreras y el decimocuarto podio de la temporada. Unos números descomunales que le han dado el triunfo a falta de cuatro Grandes Premios. Lo que él considera "su mejor temporada".
"Vamos sumando datos, pero soy alguien que le gusta vivir el presente y nunca me han obsesionado los números y los nombres. El próximo año el objetivo será el mismo y si en estas fechas no estamos liderando o cerca del líder, no será un fracaso pero sí que no se habrán cumplido los objetivos". La frase que resume perfectamente el sentir de un 'chaval' que a sus 26 años está devorando los registros del motociclismo, pero no se conforma con lo hecho.
Sin embargo, en medio de la euforia por un título casi perfecto, Marc también quiso repasar lo que falta por mejorar. "Cuando tienes extraconfianza es cuando llegan los fallos y estos llegaron en la carrera que menos lo esperábamos, en Austin. Me caí cuando lideraba por cuatro segundos y la relajación me hizo perder. Eso me sirvió para aprender que no hay que despistarse y estar siempre al 100%".
Una enseñanza que luego le valió para sacar todo de sí y afrontar en Montmeló el que sería su punto de inflexión. Ante los suyos, el ilerdense venció aprovechándose también de la caída de casi todos sus grandes rivales y dando un golpe encima de la mesa para acabar ganando el que ha sido su sexto título en las 500cc.
A solo un título de Valentino Rossi y a dos de los ocho de Giacomo Agostini en la máxima categoría, y al que ve "casi imposible igualar en carrera general", Márquez quiere seguir disfrutando de su pasión y apartarse del nombre de "leyenda", que "ya le llegará, si tiene que llegar, cuando se retire".
Toda una muestra de ir "carrera a carrera", para no conformarse con el pasado y no obsesionarse con el futuro. Un tiempo a corto plazo donde seguro competirá contra su hermano, Álex Márquez, y al que ahora anima para que éste intente lograr el Mundial de Moto2. "Está trabajando y tiene que gestionar la presión, yo no le voy a dar más de lo que ya tiene. Debe disfrutar para ganar", reconoció el mayor de los Márquez.
También por seguro que Marc no competirá en otras disciplinas del motor como sí han hecho otros grandes españoles como Fernando Alonso, ahora en pruebas para el Dakar. "Me gusta la tierra y las dunas, pero por mi forma de ser me haría daño así que lo veo más como una afición que pruebo pero en la que no estaré profesionalmente", sentenció sobre la posibilidad de verle con una moto en la prueba más exigente del motociclismo.
Así ha repasado Marc Márquez su octavo Mundial y mirando ya hacía el próximo reto de "conquistar el título de marcas con Repsol Honda". Un equipo que ha hecho una familia para el de Cervera y un apoyo fundamental para seguir destrozando registros deportivos. Lo mejor, el ilerdense solo tiene 26 años y apunta a un futuro "muy igualado", pero donde parte también como gran favorito para conquistar su quinto título seguido, y el que sería el séptimo en ocho años. El triunfo de la perseverancia de ir "paso a paso, pensando solo en el presente".