Los radares de emisiones juegan un papel fundamental a la hora de monitorizar los niveles de contaminación provocados por las emisiones de los vehículos. A pesar de ser denominados como radares, estos dispositivos no lo son como tal, ya que no son medidores de velocidad, sino que lo son de niveles de contaminación de diversos gases o partículas.
Formalmente conocidos como "equipos de medición remota (RSD) de emisión de gases contaminantes", los radares de emisiones emplean un haz láser cuya longitud de onda atraviesa la nube de escape de un vehículo.
En este caso, una placa fotométrica al otro lado de la calzada mide la energía reflejada, lo que permite identificar sustancias como CO, CO2, NOx, PM e hidrocarburos. Además, cabe destacar que estos sistemas precisos no son ni invasivos ni dañinos.
Los radares de emisiones
Existen dos tipos principales de dispositivos:
- Medidores portátiles: usados por agentes de tráfico y talleres, estos funcionan igual que en la ITV. Introducen una sonda en el tubo de escape para medir gases.
- Remote Sensing Device (RSD): estos radares portátiles realizan lecturas en menos de medio segundo y sin necesidad de detener el vehículo. El RSD mide a distancia la absorción de luz de los contaminantes, cuantificando niveles de CO, CO2, NOx, PM e hidrocarburos de forma masiva y en tiempo real.
En Madrid, desde el pasado 2021, se instalaron RSD en puntos estratégicos situados fundamentalmente en las salidas de la M-30 (Pirámides, Virgen del Puerto, Conde de Casal...), para cumplir con la normativa de calidad del aire y sostenibilidad.
Las sanciones por superar los límites establecidos varían en función de la gravedad:
- Hasta 750 euros: si el vehículo no pasa la ITV o no se somete voluntariamente a un control.
- Hasta 3.000 euros: en caso de negarse, oponerse u obstaculizar una inspección oficial de emisiones.
