
A pesar de que en los últimos años se ha mejorado la seguridad de todos los túneles, no dejan de ser puntos críticos donde se necesita una especial prudencia por parte del conductor. En España hay 400 túneles repartidos en las carreteras, y si se les suman los túneles urbanos y pasos subterráneos, con unos 1.000 kilómetros de vía entre todos ellos.
Por lo que conducir por ellos implica una serie de riesgos adicionales comparado con la circulación en carreteras abiertas, debido a su estructura cerrada. Debido a que es un espacio cerrado, el cierre de las ventanas es fundamental, siendo una medida para protegerse de los factores externos en el ambiente interno del túnel.
La calidad del aire empeora en los túneles, al haber más contaminantes. Se concentran altos niveles de emisiones vehiculares, como monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno y partículas en suspensión, que son nocivos si se inhalan en grandes cantidades.
Se recomienda mantener las ventanas cerradas y usar el sistema de recirculación del aire para reducir el riesgo de entrada de estos gases y partículas al interior del habitáculo. Teniendo las ventanas subidas, también se minimiza el impacto del ruido generado en el interior del túnel que puede interferir la concentración del conductor.
Otro aspecto que puede afectar al tener las ventanas bajadas es que entren corrientes de aire que pueden alterar la estabilidad del vehículo, así que, para evitar movimientos inesperados, mejor mantenerlas cerradas en un túnel.
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