El Citroën CX cumple 50 años desde su presentación oficial en el Salón de París. Un automóvil que supuso una revolución en el segmento de las berlinas de lujo con un coche muy aerodinámico, un complejo sistema hidroneumático y una mecánica turbodiesel muy revolucionaria en su época. También se fabricó en Vigo.
Citroën siempre se ha caracterizado por hacer coches diferentes, y un buen ejemplo es el CX, una berlina de lujo, muy aerodinámico, con estilo propio y la innovación tecnológica por bandera. Se fabricó en Vigo a finales de los años setenta y fue el sucesor de un coche legendario, el Tiburón.
Hablar de Citroën siempre ha significado hacerlo de coches realmente revolucionarios, rompedores y poco comparables con sus rivales de la época. Son muchos los ejemplos, el 11 Ligero cuyo nombre oficial era C11, ese coche casi siempre negro, que aportó la tracción delantera en el mundo de la automoción. Fue una revolución que ahora supone la técnica empleada en casi el 100% de los coches pequeños y compactos.

Otro coche legendario de Citroën es el 2 CV. Era un coche irrompible, todavía hoy quedan muchas unidades rodando por nuestras carreteras y supuso la llegada de un concepto nuevo: el todocamino. La realidad es que era un vehículo muy especial, con un diseño único e inconfundible, que se movía por cualquier sitio. Lo más importante era su suspensión que hizo famoso el lema de "se inclina pero no vuelca". Y se utilizaron hasta en carreras de coches.
La leyenda del Citroën Tiburón
Por supuesto, una historia aparte merece el legendario Citroën Tiburón, el también conocido como DS, un coche de lujo basado en el confort de marcha. Este modelo ofrecía la suspensión hidroactiva, asociada también con la dirección y los frenos. También fue el primer coche en montar faros direccionales, que giraban con la dirección para iluminar las curvas.
No puedo dejar de mencionarles el Citroën SM, el Citroën Maserati. desarrollado como el coche de lujo y altas prestaciones en tiempos en los que Citroën adquirió también la marca italiana Maserati. Y podríamos poner otros muchos ejemplos porque esta marca centenaria siempre ha revolucionado el mundo del automóvil.

Pero vayamos ahora con el CX y con su hermano "pequeño", el GS. Ambos eran vehículos de cuatro puertas y un gran portón trasero que daba acceso a un buen maletero. Aportaban un estilo más dinámico y deportivo, pero sobre todo mejor versatilidad de uso por su capacidad de carga.
Citroën GS, el hermano pequeño
El GS era el modelo pequeño, de acceso, el equivalente a un compacto actual, pero con su parte trasera en caída para ofrecer ese gran maletero. Comenzó su producción en 1970 y también se fabricó en la planta de Vigo. Este coche incorporaba la tecnología de sus antecesores evolucionada. Por ejemplo, montaba un nuevo sistema de suspensión hidroactiva aún más confortable. Y en cuanto a su motor, empleaba una evolución del dos cilindros opuestos del 2CV en un vehículo más potente, de cuatro cilindros opuestos dos a dos.
El CX era ese mismo concepto de coche muy aerodinámico, aún más estilizado que el GS y también más largo. Era por ello un vehículo más grande, más lujoso, con una tecnología similar a la del GS pero más avanzada, moderna y completa.
Fue presentado hace medio siglo en el Salón del Automóvil de París, y fue un modelo que recogió lo mejor de la innovación y el diseño único de la marca francesa en las décadas de los 50 y 60 en un automóvil que, como sus antecesores, rompió moldes y sigue estando muy presente en la marca actual.
La mejor aerodinámica
A principios de los años 70, Citroën apostó a fondo por la aerodinámica para la gran berlina destinada a suceder al "Tiburón". De hecho, el nombre del Citroën CX viene de su coeficiente aerodinámico de 0,35, una cifra propia de vehículos deportivos en esa época. En el interior, se apuesta por una estética innovadora, con un volante de un solo radio, más ancho, que sale directamente de la columna de la dirección.

Un coche revolucionario que en el momento de su lanzamiento fue considerado un automóvil audaz y con estilo, capaz de dar una respuesta creativa a los problemas de su época, como la crisis del petróleo. Una visión innovadora que fue reconocida con el premio al Coche del Año en Europa en 1975.
La marca dio a conocer el CX 2000 en el Salón del Automóvil de París de 1974. Pronto destacó por su confort, su ergonomía y su comportamiento en carretera, características que le llevaron a obtener, en el año de su lanzamiento, el galardón de "Coche del Año en Europa".
Diesel con turbocompresor
La crisis del petróleo de 1973 acabó con la era del combustible barato en Europa. Y el CX fue la respuesta de Citroën a este reto, incorporando motores más eficientes y lanzando al mercado europeo la tecnología del motor diesel con turbcompresor. Permitía reducir los consumos sin perder en prestaciones.
En la planta de Vigo se hicieron al principio de los años setenta fuertes inversiones para poder fabricar el GS y mejorar su calidad de producción. Fruto de esta evolución de la fábrica, Citroën decidió producir el CX también en la planta española. Fue entre 1976 y 1980 y en este periodo se llegaron a construir 17.199 unidades. Este vehículo se convirtió en un verdadero éxito comercial ya que, hasta 1991 que dejó de fabricarse, se vendieron más de 1,2 millones de unidades en todo el mundo. Se fabricó en Francia, en Chile y en España.
Avances tecnológicos
El coche aportaba la máxima tecnología del momento. Su suspensión hidroneumática permitía una corrección automática de la altura y un mejor comportamiento en carretera. Para ello, se sustituye el chasis tradicional con una plataforma y una carrocería solidarias, que atenúan las vibraciones y el ruido. En 1985, fue el primer automóvil francés que equipó el sistema de frenos ABS.
Mención aparte merece su innovador puesto de conducción, precursor del programa Citroën Advanced Comfort. Creado por Michel Harmand, constituye un compendio de espíritu práctico y sentido estético al situar todos los mandos del vehículo al alcance de la persona que conduce. Así, el conductor podía acceder fácilmente a la información que necesita cuando está al volante a través de un cuadro de instrumentos en forma de media luna.