
Si trabajas en Renault o en Seat es fácil que consigas un coche con descuento. Si trabajas en una firma de híper-coches, ni te acercarás a uno sin guantes, no sea que lo rayes y eso le ocurre hasta al jefe máximo. Hasta ahora.
Era casi una tradición que los conductores de pruebas de Ferrari se movían en vehículos mundanos porque no podían permitirse uno de los coches con los que trabajaban a diario. Si trabajabas con coches por encima del millón de euros, como le sucedía a Mate Rimac, podías olvidarte de tener en tu garaje un coche de los que te ocupas a diario.

Daba igual que la marca del coche llevara su apellido, Rimac. Hasta que se asoció con el grupo Volkswagen y ahora trabajan al alimón Bugatti y Rimac. Probablemente, fruto del acuerdo, ahora Mate ya puede decir que conduce su propio Rimac, 15 años después de que en 2009 tuviera el sueño de construir un súper-coche eléctrico.

Personalización total
Orgulloso de lo que suponía la realización de un coche en fibra de carbono, nada de pintarlo, nada de muchas capas para obtener un color profundo y lleno de tonalidades como exigen muchos millonarios en sus súper coches. La petición de Rimac en cuanto a color la hemos visto en algunas ocasiones, sobre todo en coches de demostración en salones del automóvil: tintar la fibra de carbono. Lo ha hecho en color rojo, no solo para hacerla visible, sino para resaltarla y acentuar la presencia y poner en valor la fibra de carbono.

Los errores no se pueden tapar con pintura
Si el tratamiento de pintura resulta algo complejo, especialmente cuando se buscan profundidades en el color -seguro que Mate conoce de primera mano la tremenda inversión monetaria que exige-, aquí la dificultad reside en el trabajo artesanal. Hay que aplicar las telas de fibra de carbono en los ángulos adecuados y con exquisita precisión para hacer coincidir sus urdimbres para que visualmente sean atractivas, no solo siguiendo la necesaria geometría del coche, no solo confiriendo la rigidez estructural necesaria. Ni siquiera la aplicación de la laca transparente es sencilla, porque la menor imperfección no se puede "tapar con pintura" y obliga a tirar la pieza de carrocería a la basura (perdón, a reciclar).
Y si nevera es el nombre de las tormentas de la costa de Croacia, Rimac ha decidido ponerlo en valor diseñando un motivo luminoso bajo el alerón posterior: todo es posible en coches que se hacen a mano y con una presentación a la carta.

Según la nota de prensa todo es posible, cualquier tipo de tapizado o mezclas de tejidos y cuero, con pespuntes y colores a elegir, superficies metalizadas en el interior que se pueden anodizar en cualquier color… y todo ello sometido a los rigurosos exámenes que se espera de un fabricante de automóviles de primer nivel.

Para poner a prueba sus colaboradores, o porque ya se había entrado en un nivel de gastos notable y no era cuestión de repetir, el revestimiento del interior es asimétrico, negro en un lado del coche y rojo en el otro. Más bien lo primero, cuando reconoce que no ha sido el cliente más fácil que han tenido. Afortunado, él, ahora que es el cliente.