Ya sea al aparcar, al circular por algún sitio estrecho o simplemente por un despiste, escuchar cómo la carrocería se araña es de las sensaciones más desagradables que se pueden experimentar a los mandos de un coche, sobre todo si también resulta dañado otro vehículo.
Por lo general, este incidente no conlleva ningún riesgo para el funcionamiento del automóvil ni pone en peligro a los ocupantes, pero sí deja una llamativa y fea marca difícilmente camuflable.
Más allá de parches como rotuladores o borradores mágicos, arreglar el arañazo implica llevar el coche al taller y repararlo. En función de las coberturas de nuestro seguro y de quién haya sido el responsable, las aseguradoras pueden costear la reparación.
En caso de que el arreglo tenga que correr de nuestro bolsillo, su coste dependerá del tamaño del arañazo y de la zona en la que se haya producido. Incluso hay veces en las que, a pesar de que la zona afectada sea pequeña, es necesario trabajar sobre toda la pieza para que el resultado no sea desigual. En cualquier caso, el precio suele rondar los 200 euros.
Para arreglarlo, lo habitual es que los mecánicos o carroceros lijen la zona para que quede completamente lisa; después, se suele aplicar una imprimación sobre la que, finalmente, se pintará la chapa con color y barniz. En caso de que el arañazo sea profundo, también será necesario aplicar una masilla con la que rellenar el hueco restante.