
Un entusiasta empresario polaco, ligado a la distribución de automóviles de lujo, ha puesto a Alpine contra las cuerdas: ¿por qué no puede una marca con la historia en competición de Alpine producir coches de ensueño, dignos de colección?
La resurrección por parte de Renault del Alpine A110 ha sido la constatación de que para ofrecer un deportivo pura sangre, con el que disfrutar al volante y reverdecer memorias al aficionado, no hace falta una potencia desorbitada, sino ligereza y buen hacer. Sin embargo, Alpine solo ha lanzado este único modelo hasta ahora, con diversas configuraciones mecánicas. El A110 ha ido recibiendo empujones comerciales a la manera de Bugatti, con versiones de alguna característica y decoración especiales. Aunque esto les permite llevar el precio hasta los 112.000 euros del Alpine A11 R (un 70 por ciento más que la versión básica), resultan pasos poco atrevidos, al parecer, para aficionados como Jakub Pietrzak.

Zagato, un carrocero más que centenario
La empresa de Pietrzak, denominada La Squadra, además de distribuir Alpine en Polonia, importa marcas tan exclusivas como Bugatti, Koenigsegg, Pagani, y otras más "corrientes", como Ferrari o Maserati. Para colocar a Alpine en el lugar que cree que merece ha hecho el encargo a Zagato de crear, a partir del A110, una obra de arte.
Para quien no lo conozca, Zagato es un reputado carrocero milanés de tercera generación, cuyo oficio viene de 1913. Los trabajos de Zagato para Aston Martin, Alfa Romeo, Lancia o Ferrari competían en la edad de oro del automóvil con las creaciones de Bertone, ItalDesign o Pininfarina, y en sus archivos hay clientes de al menos cuarenta marcas de vehículos.
AGTZ, un coche con la "cola larga" de Le Mans
Alpine, en su época dorada, no ganó Le Mans, pero fue un competidor notable hace más de 50 años con el A220. Inspirados en este A220 se ha diseñado y producido el AGTZ Twin Tail que, por supuesto, no lleva la denominación Alpine, aunque se basa mecánicamente en él.

Los coches de Le Mans de finales de los 60, para afrontar la mítica recta de los Hunaudières, comenzaron a utilizar una trasera mucho más aerodinámica, alargada, que permitió a algunos coches soñar con los 400 km/h. Durante el resto de las carreras del campeonato, en circuitos más convencionales, los coches utilizaban una trasera también convencional, truncada. Con esta inspiración, el AGTZ se ha diseñado con dos traseras intercambiables, una "cola larga" y una "cola corta", con diseños a cuál más espectacular.

En el caso de la cola corta, el coche deja a la vista un gran difusor que emerge de la parte inferior del coche. Con esta herencia de la competición se evita un alerón posterior, que podría romper la estética, mientras se aporta agarre aerodinámico al eje trasero.
Al acoplar en la trasera una cola larga, las proporciones de pavo real del coche rompen con los cánones de los deportivos de calle, pero engarzan con la imaginería de las carreras de resistencia de finales del siglo pasado. Justo lo que puede atraer a cualquier amante del automóvil y con cuya original propuesta de dos carrocerías en una, puede hacer soñar a adinerados clientes coleccionistas de coches únicos. Total, solo buscan a 19 de ellos capaces de desembolsar 650.000 euros.