Motor

La transición verde amenaza la industria del automóvil

  • Cuanto más aceleramos la implantación del coche eléctrico, más dependientes somos de China, que acapara la producción de tierras raras o de litio o níquel

El lobo no es nunca tan fiero como lo pintan. La guerra de Ucrania obligó a Europa a levantar las restricciones sobre la producción de carbón, de manera que las minas polacas y alemanas se pusieron a funcionar a pleno pulmón y aún lo siguen haciendo sin que nadie se rasgue las vestiduras. Fue también la presión alemana la que logró dar una oportunidad a los combustibles alternativos al diésel o las gasolinas para que alarguen su vida más allá de 2035, la fecha de caducidad de los motores de combustión.

En España, la ministra de Transición Ecológica, Teresa Rivera, sorprendió hace unas semanas a propios y extraños al defender, en el turno de la Presidencia Europea, que las nucleares sean consideradas como parte de la estrategia para la descarbonización para respaldar la candidatura de la vicepresidenta Calviño al Banco Europeo de Inversiones (BEI). Un mes antes había sido el titular de Industria, Héctor Gómez, quien convenció a sus socios europeos para retrasar un par de años, de 2025 a 2027, la entrada en vigor de la normativa Euro 7, que limita las emisiones de los motores de combustión. Una medida que hubiera sido muy perjudicial para las fábricas europeos de automóviles. Recordemos que España es el segundo productor de coches europeo.

¿Se está moderando la postura española y europea frente al cambio climático? La respuesta es no, pero el pragmatismo y la cruda realidad están obligando a reconducir algunos aspectos y a reconocer que la transformación energética necesita más tiempo. Si Europa es responsable de alrededor del 9% de las emisiones de CO2 mundiales y China de casi un tercio, ¿por qué los europeos estamos empeñados en liderar la lucha contra el cambio climático aún a coste de destruir miles de empleos? Una buena pregunta.

Recientemente, hemos oído a la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, amenazar a China con aranceles a la importación de automóviles eléctricos para que los fabricantes europeos puedan ser competitivos. La cuota de este tipo de coches se ha duplicado en España, por ejemplo, en el último año.

En el campo del automóvil se produce, además, una contradicción, cuanto más aceleramos la implantación del coche eléctrico, más dependientes somos de China, que acapara la producción de tierras raras o de litio o níquel, necesarios para la fabricación de baterías, además de la innovación en esta materia.

Es como soplar y sorber a la vez. Por una parte, se quiere promocionar el coche eléctrico, pero sólo es posible mediante la importación de tecnología y baterías extranjeras. ¿Por qué no se da prioridad, entonces, a la investigación en baterías o en mejorar y abaratar la electrolisis para generar hidrógeno verde e impulsar esta transición? El dicho de que China produce, EEUU innova y Europa pone las normas se cumple de nuevo. Con la paradoja de que la prosperidad de los dos grandes países motores de la UE, Alemania y Francia, está cimentada justamente sobre su industria del automóvil. Es mejor ir despacio y dar opciones a otras alternativas.

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