
La legislación española no limita la edad máxima para poder conducir, aunque pone ciertas limitaciones con los plazos de la renovación del permiso. Solo hay que superar un reconocimiento médico, bastante ligero, para conseguir más años de carné. Pero hay que ser responsables y saber dejar el volante a tiempo. Para ello les damos algunos consejos para saber cuándo tomar esa decisión.
A pesar de que los coches son cada vez más seguros, en lo que va de año las cifras de siniestralidad en las carreteras españolas está creciendo. Sin duda, una de las claves, junto con la falta de actuaciones por parte de la DGT más allá de poner radares, está en la edad del parque de vehículos, que ya está próxima a los 14 años de media.
Pero otro dato muy importante que ofrece Cleverea, empresa especializada en seguros online para automóviles y motos, es que en España hay un millón de personas que conducen con edades entre 65 y 69 años, 700.000 aproximadamente de 70 a 75 años y unos 500.000 que siguen circulando con más de 76 años.
Esperanza de vida
Y ese es otro factor muy importante en este crecimiento de la siniestralidad. Con el aumento de la esperanza de vida y con la necesidad de hacer largos desplazamientos se sigue conduciendo hasta una edad cada vez más avanzada. En España, el único requisito para renovar el permiso de conducir es superar un reconocimiento médico muy suave.

Y, se ha obviado un trámite que sería imprescindible para mejorar la seguridad vial, interconectar los datos de los permisos de conducir con los de la sanidad pública. Esto permitiría retirar muchos carnés antes de que se produzca un accidente, por algunas enfermedades, tanto físicas como mentales, o por los efectos adversos de las medicaciones.
El permiso de clase B, para turismos debe renovarse cada 10 años hasta los 65 y, a partir de ahí, hay que hacerlo cada 5 años. Además, si el centro de reconocimiento de conductores considera que debe caducar antes, puede marcar una revisión más corta. Y si el que se renueva el carné sufre alguna enfermedad grave estos centros están obligados a exigir un certificado médico o un informe antes de tramitar la renovación del carné.
Sin embargo, es el propio conductor el que debe informar al centro de dicha enfermedad y, claro, puede hacerlo o no. O lo que es lo mismo, queda en manos del conductor que el centro tenga dicha información.
Decide el conductor
Por ello, la única responsabilidad a la hora de tomar esta decisión tan importante –la de dejar de conducir- recae en el propio conductor. La clave está en que la persona que ya no está en plenas facultades para manejar un coche debe comprender que no solo se trata de que si lo hace arriesga su vida o la de quienes van con él, sino que también puede poner en peligro a los demás usuarios de la carretera.

Desde Cleverea nos recuerdan una serie de señales que pueden ayudarnos a valorar si es el momento de dejar aparcado el coche para siempre. Una decisión que, según su Consejero Delegado, Javier Bosch, hay que mirar por el lado positivo: menos gasto, menos riesgo y menos estrés. "La clave está en anticiparse emocionalmente, hablar sobre ello con la familia, escuchar a nuestros seres queridos e implementar alternativas para seguir disfrutando plenamente de la vida en condiciones de bienestar y seguridad", concluye.
Las claves
Entonces ¿cuándo deberíamos dejar de conducir? Estas pueden ser las claves:
1- Cuando tenemos la sensación de que otros conductores nos pitan más a menudo de lo normal. Durante un trayecto siempre hay algún conductor que utiliza el claxon en exceso, pero si empezamos a ver que eso ocurre con asiduidad, es posible que estemos haciendo algo mal más veces de lo normal.
2- Si empezamos a perdernos incluso en trayectos conocidos. Es normal perderse, pero hacerlo en zonas conocidas es un signo de que ya no estamos tan ágiles de mente como antes.
3- Cuando aumentan los percances, pequeños golpes, los roces al aparcar.Esto también connota que nuestra atención y percepción del entorno ha disminuido. Esto mismo puede servir si de un tiempo a esta parte nos han puestos más multas.
4- Si nos llevamos más sustos al conducir. Si no vemos con anticipación a peatones o ciclistas, por ejemplo.
5- Cuando nos despistamos con frecuencia y nos salimos del carril. Otro indicio de que nuestra atención ya no es la que era. Según la DGT, las distracciones al volante son causa del 30 % de los accidentes en carretera.
6- Cuando conducir nos empieza a cansar o nos estresa más que antes y por ello conducimos más despacio de lo habitual. Ir despacio no significa ir más seguro. Además, un coche que circula por debajo de la velocidad recomendada puede ser un peligro, por eso esta práctica es objeto de sanción.
7- En el momento en el que nuestros acompañantes en el coche empiezan a quejarse de nuestra forma de conducir. Si no lo han hecho antes, es que posiblemente algo ha cambiado.
8- Si conducir de noche ya nos preocupa demasiado. Nadie ve igual de noche que de día, pero si la conducción nocturna empieza a ser un problema, lo más sensato es no hacerlo.
9- Cuando algún problema físico limita nuestra movilidad al volante. Si cuesta mover la cabeza para aparcar o ya no tenemos tanta agilidad en la piernas para cambiar de pedal. O cuando no vemos u oímos con claridad.
10- Cuando nos cuesta reconocer las señales o nos perdemos algunas de ellas. A veces eso ya no es un problema de vista, sino de agilidad mental.
Poco a poco
Sin embargo, ir cumpliendo años no significa que se pierdan las facultades de golpe. Según Cleverea mantenerse activo, controlar la vista y la audición, estar pendiente de la medicación… pueden ser claves para alargar nuestra vida al volante. Sobre las medicinas, hay que tener en cuenta que muchas de ellas merman las capacidades para conducir e incluso algunas están prohibidas a la hora de ponerse al volante. En los controles en carretera de la DGT, un gran porcentaje de conductores da positivo por algún medicamento. Y hay que saber que las consecuencias penales son las mismas que si lo hubiera dado por alcohol o drogas.
Otra opción para conducir más tiempo puede ser cambiar de vehículo. Un automóvil más pequeño, un coche automático, un navegador más visible… pueden ser claves para una conducción más segura a cierta edad.
Además, ser conscientes de las limitaciones es un gran paso. No hacer viajes largo, evitar conducir con mal tiempo, optar por autovías o autopistas en vez de carreteras convencionales, rodar por el carril derecho siempre que se pueda, no conducir de noche o en horas punta… también mejorará nuestras sensaciones al volante y con ella la seguridad de todos.