
El mercado vuelve a sufrir las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. Si la Administración norteamericana de Donald Trump atacó hace tan solo unos días con la pelota del veto a Huawei, el Gobierno de Xi Jinping contestó este miércoles con la amenaza publicada en medios de comunicación controlados por Pekín de decretar un boicot de la venta de tierras raras –elementos claves en productos tecnológicos, desde la electrónica de consumo hasta los equipos militares (ver página 19)– a la primera economía del mundo.
Las consecuencias en las bolsas y en la renta fija fueron las ya conocidas. Volatilidad y caídas de los principales índices –sobre todo de los selectivos y sectores más cíclicos y exportadores– a uno y otro lado del Atlántico y voracidad de los inversores por la deuda, que sigue comprimiendo el interés de los bonos, en muchos casos hasta zonas de mínimos históricos, como ocurre con el papel de España, de Portugal o de la propia Alemania, cuyo Bund se quedó a apenas 20 básicos de su suelo de los tiempos, el -0,19 por ciento que se llegó a pagar en julio de 2016 por refugiarse en él. Además, los bonos estadounidenses reanudaron una recuperación que envió una parte clave de la curva de rendimiento, la de más corto plazo, a su inversión más profunda desde 2007, algo visto a menudo como una señal temprana de recesión (ver página 20).
El Ibex 35 perdió en la jornada de ayer un 1,21 por ciento, el Euro-Stoxx 50 un 1,59 por ciento y el S&P 500 se dejaba un 1,11 por ciento a media sesión. Desde que, a principios de mayo, se conoció la decisión de Estados Unidos de incrementar del 10 por ciento al 25 por ciento los aranceles para las importaciones de más de 5.000 productos chinos, por valor de 200.000 millones de dólares, caen un 3,6 por ciento, un 5,6 por ciento y un 6 por ciento, respectivamente –ver gráfico–.
El dragón rojo todavía no ha respondido oficialmente a esta última medida, pero el recrudecimiento de la tensión ya ha dejado al mercado director, el S&P 500, a un 1,8 por ciento de la primera zona "donde el inversor se puede plantear reincorporarse al mercado", según pautó hace ya varias semanas el equipo de analistas de Ecotrader.
Este nivel son los 2.720 puntos, a los que el índice estadounidense se ha ido acercando por momentos y que a media sesión del miércoles ya marcaba los 2.777 enteros, tras caer casi un 1 por ciento. Los demás indicadores bursátiles de Wall Street continuaron también los descensos con los que iniciaron la semana y volvieron a niveles no vistos desde mediados de marzo.
En el caso de la tecnología, el Nasdaq 100 registró su quinto día consecutivo de caídas, retrocediendo también algo más de un 1 por ciento y bajando hasta la zona de los 7.194 puntos, aunque todavía se mantiene como el más rentable entre los principales índices, con unas ganancias de alrededor del 14 por ciento en lo que va de año. Pese a los descensos, el sector de los materiales semiconductores mantuvo el tipo con subidas moderadas de entre el 1 por ciento y el 2,5 por ciento que se anotaron valores como Microchip Technology, Intel o Xilinx.
Los descensos también llegaron al Dow Jones, que cedía en torno a un 1,4 por ciento durante la sesión, arrastrado por algunas de las empresas más expuestas a los intercambios comerciales con China, como Boeing, Nike o Johnson & Johnson. El índice más veterano de la bolsa de Nueva York perdió a media sesión el nivel de los 25.000 puntos y cayó a los 24.995 enteros. Ante esta situación, "el alcance de los 2.720 puntos del S&P 500 lo seguimos viendo como una oportunidad para iniciar compras en el mercado norteamericano, máxime si en ese entorno aparece algún signo de agotamiento vendedor que apoye una entrada", sostiene con cautela Joan Cabrero, director de estrategia de Ecotrader.
Sin embargo, algunas voces están apuntando ya que la resolución de la guerra comercial entre Estados Unidos y China no pondrá la economía mundial a salvo de sus aflicciones. "Prepárese para mayores decepciones en lo que al crecimiento potencial respecta, incluso con un acuerdo comercial", advertían los analistas de Morgan Stanley por medio de un informe presentado el lunes. Tras revisar los últimos datos macroeconómicos, como los bienes duraderos y los índices de gestores de compras (PMI por sus siglas en inglés), desde la entidad estadounidense creen que "la desaceleración económica y el riesgo de recesión creciente va a ocurrir al margen del resultado de la disputa comercial". Además, alertan de que la volatilidad repuntará de forma significativa en los próximos seis meses, "con o sin recesión".
Una opinión que refrendó ayer el BCE en su Informe de Estabilidad Financiera, al sugerir que la incertidumbre sobre el crecimiento económico mundial podría conducir a "episodios de alta volatilidad", así como que un crecimiento más débil de lo previsto, unido a una escalada en la tensión comercial, podría "desencadenar caídas adicionales en el precio de los activos".
De las bolsas, a la calle
La guerra comercial ha descendido ya de los mercados a la calle. "Estimado cliente estadounidense, para cumplir con la política de aranceles de su país, deberá pagar un 25 por ciento más por su comida", advierte un cartel colocado en la puerta de un restaurante de Pekín, que es solo una de las muestras de que los comercios de las grandes ciudades se están tomando la justicia por su mano.
"Aviso para los estadounidenses: se añade un impuesto del 25 por ciento a sus compras", reza otro mensaje, situado en una tienda en la capital asiática. Esta es la forma que han encontrado algunos empresarios chinos para vengar personalmente las últimas medidas comerciales adoptadas por la Administración norteamericana.