
Mi abuela, que nació a principios del pasado siglo y nunca tuvo estudios, creo que me dio alguna de esas clases de economía que se te quedan grabadas a fuego.
Sobre los negocios decía que las medias, solo para las piernas. Recuerdo a Enrique Quemada, una de las personas que más sabe de valoración de empresas en nuestro país, que muchos años después me decía que nunca montase un negocio en el que no tuviera el control y me quedase por las noches trabajando y pensando qué estaría haciendo mi socio. No monté aquel negocio.
Otra de las frases que recuerdo de mi abuela es que el dinero del pobre va dos veces al mercado más que el del rico. Me costó entender lo que decía. Hasta que comprendí que las cosas buenas se compran caras y por las que se paga poco suelen ser peores.
Si mi abuela tuviera que explicar qué pasa en la bolsa española lo haría de forma más sencilla que yo con el PER (veces que por la vía del beneficio se recupera lo que hoy estamos pagando por comprar algo). Si cogemos los grandes valores de la bolsa española nos damos cuenta de la enorme asimetría que hay entre ellos. Hay dos grupos perfectamente separados. Los que mi abuela diría que se pagan caros porque son buenos, y los que se pagan baratos porque no lo son.
En el primero estarían Iberdrola, Amadeus e Inditex. Con las expectativas de beneficio que generan se puede concluir que generarán retornos anualizados para la próxima década de solo el 4 por ciento en el caso de la central de reservas; del 4,75 por ciento en la textil, y del 5,5 por ciento en el de la eléctrica.
Estas expectativas de rentabilidad son muy pobres si se compara con las que ofrecen las compañías del segundo grupo. En el caso de Telefónica, hablamos de un 10 por ciento, y si metemos en el mismo saco a Banco Santander, BBVA, Caixabank y Repsol, entre un 11 y un 12 por ciento. Al cotizar todas estas con peres por debajo de 10 veces hay quien pensaría que son gangas. Pero mi abuela desconfiaría de lo que parece barato y pensaría que hay que seguir comprando cosas caras, porque a la larga duran más.
Una simple reflexión sirve para comprobar que los negocios que se compran caros son aquellos en los que el producto que venden no tiene sustitución y hay claras barreras de entrada, como la inversión en infraestructura. Pienso en las eléctricas y las veo caras, pero defienden las cinco fuerzas de competitividad de Porter. En telefonía, en banca y en petróleo, las fortalezas, si imagino en el consumo de su producto a largo plazo, se me desvanecen y me vuelve a la cabeza lo del dinero del pobre va dos veces al mercado con un PER por debajo de 10. La banca está baratísima. Incluso se mete dentro de las carteras de los gestores valor. ¿Pero es value comprar algo que la mayoría de bancos de inversión recomienda y está analizado por mucha gente? Yo a eso lo llamo calidad.