
A poco más de un mes de que Telefonica (TEF.MC)pague la mitad de su dividendo anual de 40 céntimos, ha estado a punto de perder los 7 euros por acción. La operadora se ha convertido en una decepción permanente, después del intento frustrado de recuperar los 8 euros a finales del pasado año. Pero al igual que al particular le produce urticaria el dinero que pierde con ella, al institucional y al profesional les pasa lo contrario. Si pierde los 7 euros, el ruido corporativo volverá, pero sobre todo el interés institucional.
Lo único que parece hoy consistente en Telefónica es la continuidad del dividendo, sobre todo tras alejarse hasta la lontananza la subida de tipos. Si el título vuelve a caer a los 6,66 euros, volverá a ser el dividendo de la bestia, con un rendimiento del 6 por ciento.
Por mucho que esté encallado el negocio de Telefónica, esto no pasa desapercibido en mesas de decisiones importantes, como, por ejemplo, la de Criteria. El holding de inversiones de Caixa, que ya controla el 1,2 por ciento de la teleco, podría pensar en algún cambio táctico de sus participaciones líquidas. Con el 25,4 por ciento que Criteria tiene en Naturgy gana diez euros por acción desde 2017 más el dividendo cobrado, y con el 6 por ciento de Cellnex, en el mismo periodo, ha pasado de 14 euros a casi 30 euros. Indiscutiblemente, Naturgy y Cellnex son fortaleza pura, pero todo tiene un tope.
En Telefónica decimos que está encallada porque la compañía está en un negocio casi deflacionista si se mira su ebitda en euros. En España sube precios, y cuatro años después, con las ofertas que acaba haciendo, las ventas apenas crecen. Se ha metido en la guerra del fútbol, en la que tiene un cliente muy fiel, pero en la que está obligada a revender contenidos a todos los nuevos actores que quieran aparecer como Dazn, Netflix... El fútbol es su principal reclamo, pero también su lastre. La pescadilla que se muerde la cola.
Si la compañía se mira por países, la fotografía es igualmente preocupante. En España los signos de ralentización son evidentes. En Latinoamérica, el inicial efecto positivo de Bolsonaro en Brasil se ha diluido al no sacar adelante sus reformas. Argentina se va al carajo, Telefónica anuncia un crecimiento de las ventas del 40 por ciento, con una inflación del 55 por ciento. Chile, Perú y Colombia ofrecen crecimiento residuales, y en México, Slim imposibilita cualquier posibilidad de ganar dinero. En Europa, las licencias del 5G en Alemania van camino de perder el sentido común, y Reino Unido, en venta permanente, es el negocio que mejor va.
La llegada del 5G también hace sospechar de su apuesta contumaz por la fibra, pero Telefónica se ha aprovechado en España de que la instalación es un 80 por ciento más barata que en otros países del Viejo Continente.
Activos por vender buenos quedan muy pocos. Y el que pueda tener más valor, el cable submarino del Atlántico no se entendió y paró la salida a bolsa de Telxius.