
La complacencia se ha instalado en la bolsa. Si durante los primeros compases de este ejercicio el S&P 500 llegaba a descontar una probabilidad del 62% de una recesión, según el algoritmo de JPMorgan, ahora los inversores apenas dan posibilidades a que la economía de Estados Unidos se contraiga, con el selectivo apuntándose una revalorización del 16% en 2019 a pesar de la corrección de las últimas dos jornadas.
De hecho, según la última encuesta a inversores realizada por UBS, el 49% son optimistas con respecto a la bolsa, frente al 34% que es neutral y el 17% que se muestra pesimista. En el caso concreto de Estados Unidos, el porcentaje de positivos alcanza el 57%, frente al 47% en el que se quedan en Europa.
Así las cosas, la visión de los inversores de renta variable difiere sensiblemente de la de los de deuda soberana. A partir de la curva de tipos de Estados Unidos, la Fed de Nueva York elabora un modelo que fija la probabilidad de una recesión en los próximos 12 meses del 27,5% en su última lectura de abril. Eso sí, el nivel crítico a vigilar es el 30%, ya que en las últimas 7 ocasiones en las que se ha superado ha llegado una contracción de la economía, según los datos de Oxford Economics.
Asimismo, de acuerdo con los cálculos de JPMorgan, el bono americano a 5 años estaría dando una probabilidad del 70% a una recesión, en línea con el 66% que le otorgaban en el arranque del año.

Qué pasa en una recesión
Pero, ¿qué es lo que puede esperar del S&P 500 un inversor ante una recesión? Según los datos recopilados por la entidad, desde 1948 de media el S&P 500 ha sufrido una caída del 26% desde sus máximos hasta el mínimo. Sin embargo, la magnitud de los descensos varía sustancialmente en función de la virulencia de la contracción. En aquellas recesiones más agresivas la caída media es del 33%, mientras en las más suaves es del 18%.
De hecho, en el recuerdo más reciente del mercado está lo sucedido entre el máximo de 2007 y el mínimo de 2009, periodo en el que el S&P sufrió un retroceso del 56% mientras los beneficios se contraían un 45%. Echando la vista atrás al año 2000, la caída sufrida por el índice fue del 37%, mientras que las ganancias descendieron un 23%. Por contra, la menor caída sufrida por el S&P 500 ante una recesión fue el 11% que cedió entre enero y septiembre de 1953.
Mientras, en Europa el desplome medio en una recesión alcanza el 49%. Entre 2007 y 2010 el Viejo Continente se dejó un 60% y en la crisis de deuda periférica la caída fue bastante más amortiguada, con un retroceso del 26%, según datos de Société Générale.