
Desde que el BCE puso fecha al fin del programa de compra de activos -aunque no a las reinversiones de los vencimientos- y se empezó a vislumbrar una subida de tipos en la eurozona, los inversores comenzaron a ver muy lejanos los récord de financiación de empresas y países, alcanzados en 2016. Desde finales de 2017 la rentabilidad media exigida a las empresas comenzó a repuntar, hasta llegar a la zona del 1,75%, pero desde entonces ésta no ha dejado de caer.
Desde que arrancó el año la rentabilidad de la deuda corporativa en euros con grado de inversión se ha comprimido en 40 puntos básicos y con un interés de apenas el 1% se sitúa en mínimos no vistos desde inicios de 2018. Este rally ha permitido al inversor disfrutar de ganancias que se acercan al 4% y ahora las empresas están viendo una nueva ventana de oportunidad para financiarse a costes históricamente bajos.
Según los datos recopilados por Société Générale, en el primer trimestre del año se han emitido 95.400 millones de euros por parte de empresas no financieras con grado de inversión, un 37% más que la cifra alcanzada a estas alturas del pasado año y la más elevada desde 2015, cuando se colocaron casi 97.000 millones. En España en lo que va de año se han emitido 6.850 millones en euros, un 18,5% menos que en 2018. En la primera semana de abril se han emitido otros 8.500 millones en Europa, lo que lleva la cantidad total a rozar los 104.000 millones de euros.
¿Puede caer más?
En este contexto, la duda será si los inversores podrán seguir disfrutando de subidas por precio y si las empresas podrán pulverizar los récords marcados en años anteriores. En principio, los analistas no descartan ninguna de las dos cosas, si bien reconocen que parece difícil y advierten de que el giro de tuerca de los bancos centrales se debe a la ralentización económica, lo que podría dificultar que la rentabilidad siga comprimiéndose.
"Claramente, la rentabilidad podría caer si los bonos soberanos se mantienen a estos niveles y los spreads se reducen (...). Sin embargo, cada punto básico que cae la rentabilidad hace que el siguiente sea más difícil de lograr y esto pone un límite a cuánto pueden caer los intereses y cuánto pueden estrecharse los diferenciales", reflexionan en Société Générale. Desde DZ Bank consideran que "con los diferenciales moviéndose en una sola dirección durante semanas, no creemos que haya mucho espacio para que puedan retroceder aún más".
El mínimo histórico de rentabilidad de la deuda corporativa en euros se situó en el 0,79% en septiembre de 2016, del que ahora se encuentra a una distancia de 24 puntos básicos. "Creemos que el crédito con grado de inversión en euros sufrirá la amenaza de una fuerte oferta por los niveles actuales de rentabilidad, ya que continuarán atrayendo fuertes emisiones de las empresas", indican en UBS. Además, el mercado no será inmune a los vaivenes macro y políticos, "si la foto económica se ralentiza lentamente, la política no está mejorando, sin progresos en el Brexit, aunque los mercados hayan ignorado el proceso casi completamente", apuntan en Société Générale.
En este sentido, las agencias de calificación ya advierten de que podríamos empezar a ver una perspectiva cada vez peor para las calificaciones de las empresas: "De manera general, las perspectivas de rating siguen debilitándose. La amenaza de un arancel a las exportaciones de coches europeos a EEUU es una gran preocupación junto a la incertidumbre que rodea al Brexit", aseguran en S&P.
No son buenas noticias
En todo caso, el retraso en las expectativas de una subida de tipos en Europa -e incluso en Estados Unidos se piensa en un recorte- no son buenas noticias para las empresas, por mucho que éstas se puedan llegar a financiar a tipos históricamente bajos.
Según indican fuentes de un importante banco europeo, se volverán a ver récords de financiación pero esto tampoco será positivo para las empresas, ya que estos tipos más bajos serán consecuencia de un debilitamiento de la economía que ya nadie pone en duda, lo que irá haciendo mella en los negocios.