
En marzo de 2018, tras más de cinco años abonando sus dividendos en scrip -lo que diluye al accionista que elige el pago en efectivo-, Repsol anunció que propondría a la junta la aprobación de una recompra de acciones para evitar esta dilución. Poco más de un año después, la rentabilidad por dividendo esperada a 12 meses por la compañía alcanza el 6,6% y aventaja en 80 puntos básicos al rendimiento medio de los pagos de las grandes del sector -lo que incluye a Royal Dutch Shell, BP, Total y Eni-. Este supone el mayor diferencial desde que la compañía tomó la decisión de evitar la dilución al accionista y, de hecho, no se veía un diferencial tan grande desde 2016, cuando aún retribuía en papelitos.
Si cumple con su plan estratégico, la compañía abonará 0,95 euros con cargo a las cuentas de 2019 -lo que supone un rendimiento del 6,5%- y 1 euro por título en 2020, lo que llevaría la rentabilidad de sus pagos al 6,8%. De cumplir con las expectativas, la petrolera se mantendría como líder por dividendo de las grandes del sector en el Viejo Continente tanto en 2019 como en 2020, por delante de Royal Dutch Shell.
En junio del pasado año fue cuando la compañía decidió actualizar su hoja de ruta hasta 2020 e incluir sus objetivos de aumento del dividendo. Por aquel entonces, la rentabilidad de sus pagos se situaban en línea con la de sus comparables, frente a la ventaja actual de la española. "Los últimos resultados apoyan nuestro caso de inversión, ya que Repsol reiteró su compromiso de aumentar el dividendo a un ritmo anualizado del 9% entre 17 y 2020 y anunció un incremento de los pagos del 5,5% en 2019, lo que implica una rentabilidad atractiva frente a la media del sector", explican desde Mediobanca.
Un 'payout' sostenible
Además de comprometerse a incrementar su dividendo de manera paulatina hasta 2020, desde la empresa se comprometieron a lograr "un payout [porcentaje del beneficio destinado a retribuir] sostenible a largo plazo". De momento, con las perspectivas actuales parece que los pagos futuros de la compañía están bien cubiertos.
Los analistas estiman que este año la petrolera se anotará un beneficio de unos 2.500 millones de euros y distribuyendo 0,9 euros por título tendría que abonar 1.403 millones de euros -entre el pago en efectivo y la recompra de acciones-, lo que supondría un payout del 56%. De cara a 2020 las previsiones del consenso apuntan a unas ganancias por encima de los 3.000 millones de euros y un desembolso en dividendos de 1.560 millones de euros, lo que dejaría esta ratio en el 52%.
Asimismo, la compañía espera cubrir totalmente el pago de dividendos con un barril de crudo en los 50 dólares, un nivel del que ahora mismo se encuentra un 33% por encima. "Repsol avanza de forma muy consistente hacia el cumplimiento de su plan estratégico, lo que en nuestra opinión le debería dar una mayor visibilidad a la cotización respecto al sector, independientemente de la volatilidad que veamos en las materias primas, dado que un escenario del crudo inferior a los 50 dólares no nos parece muy probable", argumentan los expertos de Ahorro Corporación. Por su parte, en UBS prevén que Repsol logré alcanzar su breakeven "en 50 dólares el barril en el periodo 2018-2021, antes del impacto de la reinversión de los fondos logrados por Naturgy y que vaya bajando hacia los 40 dólares por barril en los siguientes años".
Una de las claves para poder asegurar su dividendo a precios del crudo en 50 dólares es la protección que le otorga su negocio de refino, que logra sostener las ganancias en momentos en los que el precio del Brent baja. "Uno de los aspectos claves de su negocio de downstream es la contribución para servir de apoyo al dividendo. Los mayores gastos de 2018 hicieron que generase menos flujo de caja que en años anteriores, pero aún así esta pata de Repsol cubrió el 80% de los pagos que la empresa ha comprometido de cara a 2020", explican los analistas de Citi.
En esta situación, muchos analistas especulan con la posibilidad de que la compañía aumente su programa de recompras más allá del realizado para evitar la dilución. Sin embargo, las intenciones de la empresa parecen ir en otra dirección: "Si generase mayores fondos gracias a un mejor ambiente macro, la firma ha declarado que aceleraría o incrementaría las inversiones, ya que considera que tiene proyectos atractivos y los potenciales buybacks serían considerados solo después de esto", apuntan desde Credit Suisse.
La transformación de la firma
Durante los últimos años todo el sector petrolero ha afrontado un proceso de ajuste a raíz de la brutal caída que sufrió el precio del crudo desde 2014. En medio de este proceso, una de las firmas más golpeadas fue Repsol, que veía cómo sus títulos se desplomaban mientras arreciaban las críticas por el timing de la compra de la canadiense Talisman.
Sin embargo, desde entonces la compañía ha logrado embridar su endeudamiento -pasando de una ratio deuda/ebitda de 2,65 veces en el tercer trimestre de 2015 a las 0,8 veces en las que prevé acabar este año- y mejorar sus perspectivas de crecimiento. Eso sí, la compañía prevé anotarse un beneficio bruto de 8.000 millones este año, una cifra que parece que el consenso ve todavía lejana, ya que se sitúa un 10% por encima de las previsiones de los analistas.