
Una de las cosas que uno va aprendiendo en el transcurso de la vida es a saber dónde se debe o no estar. Lo mismo pasa con la bolsa. La experiencia nos enseña que, más allá de empeñarnos en predecir el futuro, lo más importante es saber cuándo merece la pena estar posicionado o cuándo debemos mantenernos al margen o con una exposición significativamente reducida a la renta variable.
En los últimos meses, la pregunta clave a la que los analistas buscamos respuesta es a si hemos asistido a un techo de mercado en la tendencia originada en Wall Street en el año 2009, lo que invitaría a aprovechar el actual rebote para reducir significativamente la exposición, o si, por el contrario, hemos asistido a una simple corrección normal en tendencia que aún hace de la bolsa un lugar atractivo en el que permanecer. Los mínimos marcados de forma generalizada en la última semana del ya pasado ejercicio nos ofrecen una línea divisoria entre "estar o no estar", algo ya en sí mismo valioso.
Cuando una tendencia está en marcha, atraviesa varias fases, y suele ocurrir que necesita mucho más tiempo del esperado para su desarrollo, maduración y agotamiento. Una de las máximas bursátiles es aquella de "la tendencia es tu amiga", perogrullada que no lo es tanto, porque diría que son pocos los que saben aceptar su amistad sin ponerla continuamente en entredicho, con el desgaste que operativamente eso supone en términos emocionales y monetarios. Bajarse de una tendencia es fácil, volver a incorporarse puede no serlo tanto.
Todo el mundo mira a la bolsa estadounidense como indicador adelantado y posible detonante de la próxima crisis. La fuerte corrección desarrollada en los últimos meses del pasado año ha puesto en jaque su tendencia, pero considero precipitado darla por muerta.
¡Vayamos con el susto!
Si analizamos los orígenes del techo de mercado de 2007, en el Dow Jones Industriales detectamos caídas prácticamente idénticas a las vistas en los últimos meses de 2018. Un primer tramo de 10,5% de caída para retroceder un 18% en su totalidad, marcando mínimos decrecientes bajo los mínimos que tocó a mediados de marzo de ese 2007.
Posteriormente, un rebote de casi el 13%, que podemos considerar como un pull back o vuelta atrás a poner a prueba soportes cedidos convertidos en resistencias, y después ya sabemos todos lo que sucedió. Caídas de aproximadamente el 55% desde los 14.198 puntos hasta los 6.469 enteros.
Vaya por delante que no creo que estemos en una situación como aquella, pero no deja de ser un aviso para navegantes. La propia curva de tipos de la deuda estadounidense, tomando como referencia el diferencial entre 10 y 2 años, ya llevaba más de un año invertida cuando el Dow Jones Industriales estableció su por aquel entonces techo histórico en los 14.198 puntos. En la actualidad se mantiene aplanada, pero el diferencial se mantiene por encima de cero.
El vertical rebote al que estamos asistiendo, que ya ha superado el 16%, abre la puerta a que estemos ante algo más que un pull back. Aún no podemos considerar que se han alejado los riesgos bajistas, para lo que debe de superar los 26.000 puntos, pero esta potente reacción de forma vertical del conjunto de índices invita al optimismo y sugiere que los alcistas todavía se resisten a ceder el mando.
Podríamos estar ya a las puertas de una próxima corrección del rebote, pero existen aún argumentos para confiar en que posteriormente la tendencia volverá a imponerse. Mantenerse en la tendencia supone asumir el riesgo de ver una vuelta atrás hacia los mínimos de diciembre y aquellos que no estén dispuestos a eso deberían de valorar reducir exposición si cede los 24.300 puntos o incluso en el más corto plazo los 24.970 puntos, tomando como referencia el Dow Jones Industriales.
En este contexto, cobra especial importancia el timing del mercado, dada la avanzada maduración del actual ciclo económico y bursátil. No es momento de abrir nuevas posiciones, es momento para hacer balance de situación, de daños si los hubiera, de plantearse cerrar aquello que haya mostrado una especial debilidad y de mantener aquello que se muestre más fuerte.
Si el mercado decide subir, ya habrá tiempo de aprovechar eventuales consolidaciones para aumentar exposición.
Los riesgos están ahí, el ciclo está evidentemente más maduro que años atrás, pero aún no daría por muerta la tendencia. Con todo, no me sorprendería ver revalorizaciones hacia los 31.000 puntos, un tramo de aproximadamente el 43% desde los mínimos vistos en diciembre, un 25% desde los niveles actuales, pero eso ya es previsión de futuro, y lo más importante es preocuparnos de cuál será nuestro comportamiento en función de los acontecimientos que se vayan produciendo y de las fuerzas del mercado. La bolsa tiene su propio lenguaje y no rinde cuentas a nadie.
Simplemente quiero resaltar que, con sus diferencias particulares, el actual movimiento alcista originado en marzo de 2009 no es algo excepcional, no es algo que no se haya ya dado a lo largo de la historia y no sufre una sobrecompra insostenible, máxime tras la última corrección. Confiemos en la bestia, pero no a ciegas y con un buen control de riesgos.