
El desarrollo del conflicto comercial entre Estados Unidos y China está siendo el elemento central que está moviendo a las bolsas durante los últimos meses. Las declaraciones de un alto funcionario de la administración americana han rebajado el optimismo por que se llegue a un acuerdo, ya que calificó ante la CNBC de "improbable" que Donald Trump y Xi Jinping se reúnan antes de que caduque la tregua comercial, el próximo 1 de marzo.
Esto desembocó la semana pasada en una oleada de ventas en la renta variable europea y estadounidense. Larry Kudlow, director del Consejo Económico Nacional, señaló la semana pasada que todavía queda "mucha distancia por recorrer" en las negociaciones con el país asiático. Sea cual sea el desenlace en el culebrón comercial, que lleva ya más de un año presente, los inversores deben estar preparados para una posible segunda ronda en la guerra comercial, pero en este caso, con un contrincante distinto para Estados Unidos: la Unión Europea.
Las tensiones entre estas dos potencias no son nuevas. En junio de 2018, la administración Trump dio un primer aviso al Viejo Continente, al anunciar aranceles a la importación de acero y aluminio europeo, una medida que suspendió el gigante americano pocos meses después, en octubre.
Sin embargo, la negociación no ha hecho más que empezar, y desde Citi avisan de que las tensiones comerciales empezarán una vez se llegue a un acuerdo con China. "Creemos que Estados Unidos se enfocará en cambiar sus siguientes déficits comerciales más grandes. El que tiene con la Unión Europea es el segundo más abultado y, además, la UE tiene aranceles más elevados que los de Estados Unidos".
El conflicto podría comenzar pronto, ya que el 17 de febrero concluye la investigación del Departamento Comercial estadounidense, que arrancó en mayo de 2018, y podría determinar que las importaciones de vehículos y componentes son una amenaza para la seguridad nacional del país. Ann-Katrin Petersen, estratega de inversión en Allianz Global Investors, explica que "la decisión se tomará en los 90 días posteriores al fin de la investigación. Claramente, si se concluye que son una amenaza para la seguridad nacional, la retórica estadounidense sobre el comercio se hará más agresiva", explica.
El alcance del conflicto
Desde Citi esperan que, de producirse, un conflicto comercial entre estas dos potencias económicas podría tener consecuencias todavía más profundas que las que está generando el que aún mantienen China y el país americano.
"A diferencia de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, las economías avanzadas y los emergentes de la región Cemea [Europa central, Oriente Medio y África] están más expuestos a tensiones entre Europa y Estados Unidos, ya sea a través de efectos directos sobre el comercio, por las cadenas de suministro, o por la exposición de las empresas de esta región a ambos mercados", señala el banco.
Eso sí, hay otros expertos que no comparten esa opinión. Pilar Aranda, analista de Bankinter para Popcoin, cree que "si se produjera, probablemente esta guerra comercial no sería tan negativa como la de EEUU frente a China". Algunas de las razones que expone Aranda son que "la brusquedad sería menor por varios motivos: el déficit comercial no tiene la dimensión del que EEUU tiene con China y que en Europa disfrutamos de un buen clima empresarial y se pueden hacer negocios con facilidad". Eso sí, la firma explica que no tiene esta posibilidad como su escenario central.
Desde Citi, argumentan para defender que el conflicto de EEUU contra Europa puede ser más problemático para los mercados desarrollados que el que hay con China, que "tanto las empresas estadounidenses como las europeas están más expuestas entre sí de lo que lo están con China: las firmas estadounidenses tienen un 7,3% de su negocio en Europa y un 2,6% en China, mientras las europeas tienen un 20% con Norteamérica, frente al 3,4% con China", explican.
Petersen avisa de que "medidas proteccionistas hacia Europa tendrían un impacto considerable en la economía. Aranceles a los coches afectarían especialmente Alemania, Italia y Reino Unido, donde más del 10% de las exportaciones de coches van a Estados Unidos". La experta también señala que "Europa tiene espacio limitado para tomar medidas acomodaticias en política monetaria como respuesta las medidas comerciales".