Al igual que la historia se escribe mal porque la cuentan los vencedores, la derrota también es difícil de explicar por los derrotados. En bolsa, el vencedor es quien tiene el control de capital, y el derrotado, a veces, es el accionista cuyos intereses no están alineados con los de quien toma las decisiones. Esta semana el director de uno de los grandes equipos de análisis que quedan en la banca española me hacia la siguiente pregunta, entre la reflexión y la maldad: ¿de verdad Repsol va a lograr con la compra de los activos eléctricos de Viesgo la rentabilidad que le hubiera ofrecido su participación en Gas Natural con el nuevo plan estratégico de Naturgy?
La pregunta se construye desde un contra silogismo. El interés del control de Gas Natural no estaba alineado con el de Repsol, motivo por el que se separaron los caminos, por el que desembarcó GIP en 2016, y por el que la petrolera ha abierto un córner eléctrico en 2018 en el que invertirá una sexta parte de lo que ha comprometido hasta 2020. El nuevo plan estratégico de Repsol ha dejado al título indiferente dentro de La Liga Ibex de elEconomista, lo que no ha ocurrido con Naturgy, que se ha llevado un correctivo. El inversor ha premiado su decisión de elevar su dividendo de 2018 un 30 % -hasta los 1,30 euros por acción-, con lo que ofrecería una rentabilidad del 5,6%, pero los analistas no corroboran el atractivo. A este dividendo habría que sumarle un buyback de 400 millones de euros -siempre y cuando no haya oportunidades inorgánicas- y la rentabilidad se iría hasta el 7,5. Con esta retribución arrebataría a Endesa -7 %- el liderazgo por retribución. El Interés de GIP es ordeñar el valor de su participada, y el de Criteria maximizar los dividendos cobrados. Sobre todo ahora que no ingresará los de Abertis, por lo que se queda con rastrojos segados altos, como el de Telefónica, de más del 5%, y poco crecimiento.
La carrera por altos dividendos en el sector eléctrico se legitima en la medida que el interés de accionista principal está menos alineado con el del particular. El caso más evidente es el de Endesa, que disputará la retribución más alta a Naturgy, incluso con su buyback, con su payout del 100 por cien y el dividendo mínimo de 1,38 euros. Este crecerá a medida que el negocio verde entre en funcionamiento. Cuando se incorpore la nueva capacidad, las renovables deberían suponer unos 300 millones de ebitda de Endesa, algo por debajo del 10 %. Y la compañía aspira a capturar entre el 10-15 % de la nueva capacidad renovable que sea necesaria hasta 2030.
El marketing bursátil hace que el dividendo sea un poderoso reclamo, pero la mejor recomendación, con creces, se la lleva Iberdrola. Ofrece menos dividendo y más crecimiento, con más alineamiento del gestor con el interés del inversor particular.