
Las compañías europeas con mayor capitalización bursátil datan, de media, de finales del siglo XIX, frente al promedio de los principales valores de Wall Street, que son de 1925
Hay que viajar en una máquina del tiempo hasta la Baja Edad Media y visitar la destilería Den Horen en Bélgica para encontrar los orígenes de AB InBev, la mayor compañía europea por capitalización bursátil y la cervecera más grande del mundo con una cuota de mercado del 25 por ciento. La firma actual es el producto de múltiples operaciones corporativas desde el siglo XVIII, cuando la fábrica cambió su nombre por Artois y se convirtió en una empresa de éxito. No fue hasta 1987 cuando se unió a Breweries Piedboeuf para formar Interbrew, una compañía que creció rápidamente mediante diversas adquisiciones en la década de los 90, y que en 2004 se fusionó con la brasileña AmBev, dando lugar a la compañía actual. Una historia bien distinta en forma y fondo de los inicios de Apple, el gigante bursátil estadounidense creado por Steve Wozniak y Steve Jobs en un garaje en la década de los 70 y cuyo mito de la manzana le ha catapultado hasta estar apenas a un 10 por ciento de valer en bolsa un billón de dólares.
A las cotizadas del Viejo Continente y de EEUU les separan, además del Atlántico, tres décadas de diferencia si tenemos en cuenta la edad media de fundación de los valores que forman parte del EuroStoxx 50 -el selectivo de referencia que aglutina a las 50 blue chips de la zona euro de mayor tamaño y con un gran volumen de operaciones en el mercado-, y del Dow Jones en Wall Street -compuesto por 30 de las acciones más significativas, de todas las industrias salvo transporte y servicios públicos, que cotizan en la Bolsa de Valores de Nueva York y el Nasdaq-.
La brecha se hace aún más evidente si tenemos en cuenta que las mayores compañías del índice americano por capitalización -Apple, con cerca de 800.000 millones de dólares, y Microsoft, con 650.000 millones- son empresas relativamente jóvenes y cuatro veces más grandes que la cervecera belga (176.000 millones de euros) que nació en 1366, o que la multinacional Compagnie de Saint Gobain, creada por el rey Luis XIV para impulsar a los artesanos franceses en 1665.
Componente familiar en Europa
El árbol genealógico de las europeas más capitalizadas está formado por nombres propios de la historia europea desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días. Entre las más grandes encontramos, además de las ya citadas, valores como el conglomerado multinacional de firmas de lujo LVMH -antes Louis Vuitton- presidido por Bernard Arnault, el cuarto hombre más rico del mundo y el primero de Europa, según Forbes, la farmacéutica Sanofi -sucesora legal de las firmas Hoechst, de Alemania, y Rhône-Poulenc Rorer y Sanofi, de Francia-, la aseguradora Allianz o la constructora Vinci, además de las alemanas Siemens, Bayer, Basf o Daimler, matriz de Mercedes Benz.
De media, las mayores compañías continentales tienen 127 años, frente a los 93 años que, de promedio, tienen los principales valores de Wall Street. En el caso de buena parte de las europeas se trata además de empresas familiares que cuentan en su ADN con un componente de visión a largo plazo, bajo endeudamiento, prudencia y la voluntad de dejar un legado, lo que les hace tener un comportamiento bursátil más consistente a lo largo del tiempo y ser más resistentes en momentos de incertidumbre. Un compendio de virtudes, que les hace tener mejor recomendación que las no familiares. El único consejo de venta del EuroStoxx 50 es para Deutsche Bank, que no es familiar y está sufriendo un duro castigo en bolsa después de que la Reserva Federal de EEUU lo designara como entidad problemática. De hecho, es uno de los claros candidatos a abandonar el índice en la próxima revisión (ver apoyo).
Entre las compañías más grandes y longevas del Dow Jones se encuentran el germen de JP Morgan, Bank of the Manhattan Company, que surgió en 1799, la química Dow du Pont, fruto de la fusión de The Dow Chemical Company y E.I. Du Pont de Nemours & Company, nacida en 1802 y otras grandes multinacionales de la talla de Procter & Gamble Company, Goldman Sachs, las petroleras Exxon Mobil y Chevron, Johnson & Johnson o Coca-Cola Company.
"En apenas un cuarto de siglo, la clasificación de las mayores empresas del mundo ha pasado de estar liderada por grandes industrias como la del petróleo y la del automóvil a cederle el trono a las firmas tecnológicas estadounidenses, y este cambio debería hacernos reflexionar", señala Felipe López-Gálvez, analista de Self Bank. Y es que si nos fijamos en las firmas más capitalizadas del índice americano, aparecen parte de las tecnológicas que están escribiendo buena parte del siglo XX y XXI. Junto a Apple, que aspira a cerrar su décimo año consecutivo de ganancias en bolsa, se codean Microsoft, Visa, UnitedHealth o Intel.
"El crecimiento de los ingresos del sector de la tecnología es una tendencia imparable y no hay duda que es EEUU quien mejor lo supo interpretar. Vivimos en un mundo en el que cada vez tiene mayor presencia la tecnología, que está introduciéndose prácticamente en todos los sectores tradicionales, desde la alimentación hasta la movilidad", señala el experto de Self Bank.
La mayoría de empresas de esta industria procede de California, una región donde se genera un entorno de financiación, de contacto con las universidades y de cultura de emprendimiento que han convertido a Silicon Valley en la fábrica de ideas del mundo. "Al igual que sucede en Europa, las tradicionales empresas industriales o de distribución americanas han seguido creciendo en los últimos años, pero han visto cómo las grandes tecnológicas les han adelantado en capitalización bursátil", señala el experto. A nivel tecnológico y en lo relativo a la creación de nuevas empresas con potencial, Europa, y en especial España, aún están algo rezagada frente a sus socios europeos. En el Eurostoxx 50, los únicos valores ligados a la tecnología son la alemana SAP -fundada en 1969 por cinco exingenieros de IBM-, y el fabricante de máquinas para la producción de circuitos integrados holandés ASML, creado en 1984. "Hay europeas que han dado el salto a la bolsa en los últimos años como Just Eat o Spotify -que cotiza en EEUU- que podrían tener mayor recorrido en el futuro", recuerda López-Gálvez.
Inditex, la europea más joven
A pesar de que su negocio no está relacionado con la tecnología, la gallega Inditex presume de ser la megacap más joven de Europa, pese a que han pasado más de 50 años desde que Confecciones Goa (Amancio Ortega Gaona, por sus siglas, al revés) inició su andadura junto a su mujer Rosalía Mera en un modesto taller en el que realizaba vestidos y batas para su distribución. En 1975 la pareja abrió Zara, su primera tienda y, finalmente, en 1985 se constituyó Inditex, la mayor compañía por capitalización de la bolsa española y la séptima mayor compañía del EuroStoxx 50.
Desde su salida a bolsa en el año 2001 valorada en 28,6 euros, Inditex ha sextuplicado su tamaño, al pasar de 14.929 millones de euros a 92.502 millones. Una época en la que también comenzó su andadura la segunda mayor compañía española, Banco Santander, en el año 1857 como una unión de comerciantes derivada del negocio de las exportaciones de trigo y cereales de Castilla por el puerto de Santander, y que oficialmente se creó como banco de emisión bajo el reinado de Isabel II.
Ese mismo año arrancó su historia BBVA, en aquel entonces como Banco de Bilbao, que nació como una entidad de emisión y descuento. El embrión de la actual entidad tras la fusión con Banco de Vizcaya, fundada en 1901, que no se produciría hasta 1989, a la que en 1991 se fusionó Argentaria.
Por otra parte, la tercera española más grande por capitalización, Iberdrola, es el resultado de la fusión de Hidroeléctrica España, (1907), e Iberduero, que nació en 1944 de la unión de Hidroeléctrica Ibérica (1901) y Saltos del Duero ( 1918).
Telefónica se sitúa, junto a Orange -anteriormente conocida como la empresa estatal Postes, télégraphes et téléphones- entre las telecos que peinan canas del índice europeo. La compañía española se fundó en el año 1924 bajo la denominación de Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), con un capital de un millón de pesetas (6.000 euros), representado por 2.000 acciones ordinarias de 500 pesetas de valor nominal (unos tres euros). En 1945 el Estado adquirió una participación del 79,6 por ciento que se diluyó mediante una ampliación de capital de 1967. En la década de los 90 cambió su nombre por el de Telefónica y su privatización total tuvo lugar mediante dos ofertas públicas de acciones en 1995 y 1999.