
El secreto de tanta vitalidad de la bolsa italiana podría esconderse en un apéndice de la Guía del Banco Central Europeo sobre préstamos dudosos. O mejor dicho en lo que falta en ese anexo publicado en el pasado 20 de marzo y conocido por los operadores como Addendum.
La sorprendente actuación del selectivo transalpino Ftse Mib, que reúne los 30 valores transalpinos con mayor capitalización y que se ha impuesto como uno de los mejores a nivel global al subir en el año cerca de un 10 por ciento, se entrelaza con las brillantes perspectivas de muchas de las firmas más capitalizadas de Italia: según demuestran los datos de Factset los analistas esperan que de 2017 a 2018 los beneficios de estas empresas crezcan en un 9 por ciento y de 2018 a 2019 suban en un 10%. Estas estimaciones se han visto elevadas desde comienzo de año un 6,7 y un 9,2%, respectivamente.
De hecho, si se mira a Italia, se ve una economía y una bolsa que tienen todavía mucho que recuperar con respeto a los niveles de 2007. La economía comenzó a mostrar signos vitales hace un año y medio y todavía se está despertando: mientras otros grandes países europeos ya han vuelto a los niveles anteriores a la crisis, Italia cerró 2017 con un PIB que roza los 1,6 billones de euros, con respeto a los 1,678 de 2007 y -según la oficina de estudios de la patronal Confindustria- necesitará hasta 2021 para cerrar la brecha. En todo caso, según el último informe de la firma de análisis económica Prometeia sobre los datos del primer trimestre de 2018 (+0,3% con respeto al trimestre anterior) "se confirman las previsiones de una ralentización con respeto a los ritmos del año pasado, pero sin corroborar las preocupaciones acerca da un frenazo de la actividad".
A pesar de la incertidumbre política, analistas y empresas ven el vaso medio lleno: Italia va despacio (crecimiento del 1,5% del PIB anunciado para 2018), pero sigue creciendo. Incluso la Comisión europea -en sus previsiones de primavera difundidas esta semana- indica que, a pesar de los riesgos por el bloqueo postelectoral, el consumo de las familias italianas seguirá al alza en 2018 con un PIB "ampliamente empujado por la demanda interna".
Y el despertar del consumo beneficia a las firmas transalpinas, que hasta ahora habían confiado sobre todo en las exportaciones.
Mientras tanto, en Piazza Affari, el Ftse Mib se en-cuentra alrededor de los 24.000 puntos, cuando en mayo de 2007 había superado los 40.000. Además, todos los analistas interpelados por elEconomista indican que la falta de un Gobierno, a dos meses de las últimas elecciones generales, no coge por sorpresa a los inversores que bien conocen Italia, un país que ha tenido 64 Ejecutivos en 70 años de democracia. El optimismo de inversores y analistas parece estar relacionado con la llegada de las tantas esperados señales de recuperación de la economía y de la bolsa tras una década desastrosa.
Un alivio para el sector financiero
Pero si hay que buscar el principal responsable del repunte de Piazza Affari, el sospechoso número uno es la banca. Históricamente, el sector financiero tiene un peso desproporcionado sobre el selectivo italiano. Y ahora la banca transalpina está celebrando haber evitado un peligro mortal.
El riesgo para las entidades transalpinas, mucho más cargadas de activos dudosos con respeto a sus competidoras europeas, se perfiló el pasado octubre cuando el Consejo de Supervisión del Banco Central Europeo, presidido por Danièle Nouy, anunció que estaba estudiando pedir una reducción masiva de los activos tóxicos. Nouy indicó que pensaba introducir unas directrices en el Apéndice de su Guía sobre créditos dudosos, el famoso Addendum, cuya publicación estaba prevista para marzo. Sobre el tema, el BCE empezó un pulso con la Comisión Europea, partidaria de una postura más blanda.
La perspectiva de una reducción masiva de activos dudosos hubiera sido, para la banca italiana, "como escalar el Everest con una neumonía y sin equipamiento", indica a elEconomista un analista. Es decir, fatal, ya que la montaña de los activos tóxicos tiene para las entidades transalpinas una altura de casi 300.000 millones de euros.
Sin embargo, el pasado 20 marzo el Banco Central Europeo publicó su Guía, pero sin la temida petición de una venta masiva de activos dudosos. La banca italiana, con gran alivio, ha podido seguir escalando el Everest de sus impagos con más tranquilidad. Mientras tanto, grandes bancos como Intesa Sanpaolo han dado el pistoletazo de salida: operadores y analistas estiman que dentro de 18 meses se habrá concluido buena parte de las transacciones.
Todos los recientes planes de reducción de créditos problemáticos indican como horizonte temporal 2019 o como muy tarde 2020, cuando las entidades italianas podrían aproximarse a la media europea con un 6-7% de activos dudosos sobre el total. Y según los analistas es razonable pensar que estos planes tienen el aval, por lo menos, informal de la Supervisión del BCE.
En un sector financiero bastante fragmentado, y de momento poco rentable, haber ganado tiempo implica una clara ventaja en términos de rentabilidad, a la espera de que la anunciada subida de los tipos de interés empuje los beneficios del sector. "Después de la eliminación del riesgo asociado a la reglamentación, en la aprobación del Addendum, y siendo improbables otras medidas parecidas sobre los activos dudosos, reafirmamos nuevas convicción de que los bancos italianos puedan beneficiarse de un tratamiento diferenciado en Europa", indica un informe difundido por Mediobanca, que además señala qué factores podrán volver a calentar en bolsa a los bancos transalpinos en los próximos meses: "Una situación macro favorable, planes de reducción de costes, crecimiento de las comisiones y -sobre todo- resultados en la venta de activos dudosos que pueden favorecer fusiones y adquisiciones".