
El Brexit ya no hará temblar los cimientos del mercado. Especialmente tras saberse que el proceso podría alargarse casi dos años, lo que facilita un divorcio gradual. La fecha de la desconexión es el 29 de marzo de 2019, pero el plazo que el país tiene para preparar su marcha definitiva abarca desde esa fecha hasta el 31 de diciembre de 2020, lo que da margen a instituciones y empresas para acomodarse a la nueva realidad.
"El Brexit es ya un riesgo controlado", opina Fernando Luque, editor senior de Morningstar en España. Descargue aquí el último número de Inversión a Fondo.
Sin embargo, las compañías europeas son hoy más reacias a invertir en Reino Unido que antes del referéndum en el que los británicos decidieron salir de la UE. En concreto, el 61% de los analistas que siguen empresas europeas notan ese rechazo, según las conclusiones de la Encuesta de Analistas que Fidelity acaba de publicar. Entre las cuestiones que generan preocupación: la esperable caída de los flujos de dinero hacia Reino Unido, así como la pérdida de Londres como centro financiero y la huida del talento. Los sectores que más están frenando su inversión en el país son la industria y la banca.
Un año y nueve meses después del referéndum, la evolución de los índices a uno y otro lado del Atlántico todavía deja entrever los efectos de aquella votación. Desde el 24 de junio de 2016 -jornada en la que el EuroStoxx 50 se desplomó un 10% y el Dow Jones cedió un 3,4%-, la bolsa europea se anota un 23%, mucho menos que la estadounidense, que sube cerca del 41%. El Footsie 100 británico, que el día posterior a la consulta se hundió un 7,3%, sube un 17%.
Los expertos coinciden en que, pese a que el impacto más brutal en el mercado se vivió entonces, veremos más volatilidad en los próximos meses y que la de Reino Unido -uno de los países avanzados que registraron los crecimientos más débiles en 2017- es la bolsa más vulnerable ante lo que tiene que decidirse en los dos próximos años.
Porque queda mucho por decidir en lo relativo al desanclaje de la isla en la que todavía se asienta la capital financiera de Europa, la City londinense. Lo que está claro es que, hasta finales del año 2020, Londres no participará en la toma de decisiones en la UE -ya que no será un miembro de la Unión-, pero seguirá teniendo acceso al mercado único. Y varios son los temas por resolver. El primero de ellos, la cuestión de la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte, que Reino Unido desea que no se refuerce; en segundo lugar, la cuestión financiera: la Unión Europea ofrece un trato preferencial unilateral -es decir, revocable unilateralmente- y durante un plazo indeterminado, mientras que Reino Unido reclama medidas bilaterales en un plazo de validez acotado. Por último, la primera ministra británica, Theresa May, exigía que no se aplicase las mismas medidas a las pequeñas compañías, más vulnerables, pero la UE ofrece un traje a medida para todas.
En calma, pero avistando oleaje
Marian Fernández, responsable macro de Andbank, considera que, pese a que buena parte del Brexit está digerida, esos flecos pueden traer sorpresas. El mercado se encuentra, a su modo de ver, en una calma tensa a la espera de las consecuencias contantes y sonantes del divorcio. "Estamos pendientes de algo que aún no hemos avistado: el impacto económico sobre las empresas. La ralentización de las decisiones de inversión, la posibilidad de que algunas compañías deslocalicen parte de sus actividades y cómo afectará todo ello a la confianza", señala.
A mediados de marzo, el conglomerado angloholandés Unilever -la tercera mayor cotizada del Footsie 100- anunciaba que trasladará su sede de Londres a Róterdam. "Queda por ver si otras empresas seguirán su ejemplo y hasta qué punto esos movimientos impactarán en la inversión, en la contratación, en el consumo, en el mercado laboral...", apunta Fernández. En este contexto, y sin aventurar expectativas de caídas bursátiles, la experta señala que la bolsa británica no logrará escapar a la volatilidad en un año en que los índices ya están experimentando, en términos generales, muchos más vaivenes que el ejercicio anterior, "y es posible que veamos más inestabilidad en Reino Unido que en otros países", señala.
'Brexit duro' y volatilidad
"El mercado está descontando un Brexit blando, afirma Ignacio Perea, director de Inversiones de Tressis, "y de ahí que la UE se esté mostrando más flexible y alargando plazos". Si finalmente se produjese un Brexit duro, agrega, "sí veríamos un fuerte repunte de la volatilidad, ya que dejaría muy tocado tanto Reino Unido como a la UE. De ahí que ambas partes quieran llegar a buen puerto". Tampoco debe olvidarse que Theresa May cuenta con poco respaldo, lo que sitúa a la primera ministra en una situación incómoda, remata Perea.
Desde que los ciudadanos británicos votasen sí a abandonar la Unión Europea, el viento de la divisa ha soplado a favor del índice de referencia en el país, el Footsie 100. Tal y como recuerda Fernando Luque, las grandes protagonistas del selectivo son las exportadoras, "a las que el Brexit no afecta, ya que su partida es a nivel mundial y no local". Entre las grandes del Footsie están, además de la ya mencionada Unilever, las petroleras Shell y BP, el banco HSBC, la tabaquera British American Tobacco y la minera BHP Billiton.
La libra sufrió un tremendo batacazo en junio de 2016, tras la consulta, y a día de hoy continúa infravalorada. Si antes del referéndum una esterlina se intercambiaba por 1,49 dólares, a día de hoy lo hace a 1,40 dólares. Su debilidad ha sido una buena aliada para esas grandes cotizadas británicas, cuyas ventas al exterior han ganado competitividad, pero también ha tenido efectos sobre el consumidor, al elevar la inflación. Ésta se situó en el 2,7% en febrero en Reino Unido, muy por encima del 1,2% registrado en la eurozona en el mismo periodo debido, en gran medida, al encarecimiento de las importaciones por el factor divisa.
Un alza de tipos en primavera
A impulsar la cotización de la libra contribuiría una subida de tipos en el país que James Smith, economista para mercados desarrollados de ING, ve "cada vez más probable" en mayo. El mercado da ya cerca de un 73% de posibilidades a que la medida se anuncie dicho mes, un porcentaje que se disparó después de la reunión del Banco de Inglaterra del pasado 22 de marzo, cuando la entidad dejó inalterados los tipos pero afirmó que seguramente serán necesarios "ajustes más adelante". El escenario es más favorable a un alza del precio del dinero ahora que el plazo para el Brexit se ha ampliado y que el crecimiento salarial se está comportando mejor, señala el analista de ING en un informe reciente. En el mismo documento, el economista apunta que el plazo acordado para la desconexión, de 21 meses, podría ser insuficiente. El mismo Michel Barnier, el negociador europeo para el Brexit, ha manifestado que le parece un periodo ajustado.
En cualquier caso, esa compra de tiempo que supone la ampliación del plazo para el desanclaje no parece haber tenido un impacto en las estrategias o en las previsiones de las gestoras; al menos no de forma pública.
El institucional español, receloso
Marcos Arteaga, director de marketing para España de Fidelity, señala que desde la entidad detectan el temor de los inversores institucionales españoles a la exposición a Reino Unido: "Tenemos varios fondos europeos de renta fija y los clientes nos trasladan su inquietud y se interesan por entender las razones por las que hemos mantenido la exposición al país".
Los efectos reales del Brexit son "una incógnita", señala Fernando Luque, aunque considera que, "a nivel macro, Reino Unido sufrirá". "Va a ser un camino escabroso", agrega Sergio Míguez, director de relaciones institucionales de Efpa (la Asociación Europea de Asesoría y Planificación Financiera en España) "y, aunque los informes lo mencionan como riesgo de cola, sí existe la sensación de que puede avecinarse algo importante en mercado". Dicho esto, Míguez recuerda que no se aprecia "un impacto en las estimaciones de beneficio empresariales".
En definitiva, aunque a corto plazo el mercado británico se beneficia del viento de cola que también impulsa al resto de Europa, y de su débil divisa, todos esos factores también tienen su peso específico y queda por ver en qué se traduce de forma efectiva la ruptura.