Bolsa, mercados y cotizaciones

¿Es posible reconocer una burbuja antes de que explote?

  • Predecirlas es difícil, porque las sobrevaloraciones pueden tener un fondo real
  • Las alarmas saltan cuando los inversores se apalancan para invertir

Nadie hablaba del bitcoin hace tres o cuatro años, en el momento en que la burbuja en torno a esta criptodivisa comenzaba a gestarse. Cuando empezó a protagonizar titulares acumulaba una revalorización superior al 1.000% -en 2017 se anotó más de un 1.500%-. ¿Es posible identificar burbujas antes de que pinchen? Descargue aquí el último número de Inversión a Fondo

Se entiende por burbuja un proceso en el que, según explica Raquel Blázquez, directora de Inversiones de Banca Privada de Ibercaja, "los precios suben sin una justificación microeconómica, cuando se produce un incremento desmedido del crédito y los individuos actúan irracionalmente en masa". Las burbujas tienen mucho que ver, apunta Ana Fernández, asesora de la sicav de Gesconsult Kokoro, con el efecto manada, "que llegado un punto se convierte en avaricia", añade Ignacio Perea, director de inversiones de Tressis. 

El primer factor que crea alarma es, obviamente, que la valoración de un activo se distancie en exceso de sus fundamentales. "Que un activo se valore a dos veces su media histórica puede dar pistas de que nos encontramos ante una burbuja", señala Miguel Ángel García, director de Inversiones de Diaphanum, que agrega: "En el año 2000, las tecnológicas, que habían cotizado históricamente a una media de 12 veces sus beneficios, estaban a 40 veces. No tenía sentido, porque se trataba de compañías que, en muchos casos, estaban en pérdidas y sin visos de mejorar". Las alarmas también saltan cuando los inversores empiezan a endeudarse para invertir en bolsa. "Si las manos fuertes del mercado se apalancan al 100 o al 200%, cuidado", advierte el economista Javier Santacruz, que comenta que cuando la fiebre por ese activo llega a la calle y se cuela en todas las conversaciones... hay burbuja. 

"Es muy complicado identificar con antelación el proceso de formación de una burbuja bursátil, pero puede ayudar a detectarlas el saber que son más probables en escenarios de tipos bajos, porque las expectativas de rentabilidad en la renta fija no son interesantes", explica Félix López, director de la gestora de atl Capital. En su opinión, en estos procesos se combinan "las expectativas desorbitadas en torno a un activo con la avaricia desorbitada del inversor". Todo ello, aderezado por una distorsión de la realidad que lleva a generar "justificaciones novedosas" de los fundamentales de una inversión. 

Detectar una burbuja es complicado precisamente porque existe la posibilidad real de que esas "desorbitadas" expectativas se cumplan y generen pingües beneficios. El atractivo del bitcoin se sustenta en la premisa de que el efecto red convertirá esta criptomoneda en un fenómeno masivo y en líder de un mercado, el de las divisas alternativas, que los expertos coinciden en que es necesario. Pero ser el primero en llegar no tiene por qué traducirse en ser el líder de un negocio. "Seguro que el blockchain -o cadena de bloques, la tecnología en la que se basa el bitcoin- será disruptivo y acabará teniendo un rol relevante en la economía, pero nadie puede garantizar que no sea otra criptomoneda la que se lleve el gato al agua", comenta Joaquín Casasús, director general de Abante Asesores Gestión. De hecho, volviendo a la burbuja de las puntocom, este gestor recuerda que uno de los primeros buscadores fue AltaVista, lanzado en 1995 y posteriormente adquirido por Yahoo; pero fue Google, creado en 1998, el que acabó comiéndose el mercado. "El bitcoin es muy difícil de valorar. A diferencia de una acción, que tiene detrás una empresa y unos beneficios, en este caso hablamos de fichas digitales que no valen nada". Hay quien confía plenamente en la evolución de su cotización: hace un par de meses, John McAfee, fundador del antivirus que lleva su apellido, mostró su absoluta convicción de que esta divisa habrá alcanzado el millón de dólares en 2020. 

Las posibles burbujas en 2018 

¿Estamos ante una burbuja en renta fija en la zona euro? "Yo sí hablaría de burbuja, aunque no va a estallar porque la normalización de los tipos de interés va a estar controlada por el Banco Central Europeo", explica Miguel Ángel García. "No es natural que te cobren por prestar tu dinero, salvo que creas que va a haber deflación". Actualmente, la facilidad de depósito se sitúa en el -0,40%. De existir una burbuja, en cualquier caso, no la han generado los inversores, sino las inyecciones de liquidez de la autoridad monetaria. "La asignatura pendiente del BCE es normalizar los tipos sin que se produzca una convulsión en el mercado", agrega García. Ignacio Perea considera que 2018 será "el año de la comunicación", un ejercicio en el que los mensajes de dicha institución serán claves para controlar esa burbuja, de modo que la entidad tendrá que controlar al milímetro sus disursos. 

Por otro lado, Casasús descarta una burbuja inmobiliaria, pese al espectacular repunte de los precios. En primer lugar, porque "es difícil que se reproduzca una burbuja en un activo que ya la ha sufrido", explica. Los corsés aplicados a la banca hacen, en su opinión, improbable que ésta vuelva a prestar dinero de forma tan laxa como en el pasado, lo que impedirá un crecimiento brutal de los precios. El hecho de que el parque de pisos sea abundante también dificulta su sobrevaloración. 

De tulipanes a criptodivisas 

La fiebre de los tulipanes se considera una de las grandes burbujas de la historia de la economía. Como relata Burton G. Malkiel en Un paseo aleatorio por Wall Street, en el siglo XVII, un profesor de botánica llevó a Holanda una colección de plantas originarias de Turquía. Un virus infectó parte de los bulbos, dando lugar a curiosas manchas de color en los pétalos, lo que desató una obsesión por los tulipanes enfermos, los más raros. En enero de 1637, su precio se multiplicó por 20 y, como en toda crisis especulativa, hubo quien decidió ser prudente y vender. Pronto les siguieron otros, y el pánico imperó hasta que los comerciantes se declararon en bancarrota. En realidad, la burbuja de los tulipanes y la del bitcoin tienen en común más de lo que se podría pensar. Ni aquellas plantas ni esta divisa -sin curso legal y apenas aceptada en comercios- sirven, en sí, para nada. La subida de ambos se justifica por las ya comentadas expectativas de negocio en torno a ellos.

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