
El futuro de las pensiones se ha convertido ya en una cuestión nacional y, para colmo, los cálculos no ayudan. La OCDE asegura que para el año 2050 76 de cada 100 españoles serán pensionistas, básicamente, porque la denominada generación del baby boom -los nacidos en la década de los 60- ya se habrá retirado.
Ante esta tesitura, desde diferentes organismos públicos y privados se está animando a los españoles a que contraten planes de pensiones privados para complementar la paga pública, que rondará los 1.000 euros -tanto la máxima como la mínima- dentro de 30 años, según cálculos elaborados por el IESE. De ahí que sea básico saber elegir el producto más adecuado, tanto por su perfil de inversor como por las comisiones a las que se enfrenta.
Cuánto paga en comisiones
Seis de cada diez planes comercializados en España cobran la comisión máxima permitida por el Estado, que alcanza el 1,5 % anual para los productos de renta variable, según Finizens. No sería preocupante sino fuera porque la mitad de los 1.100 planes que existen en nuestro país no superan una rentabilidad anualizada del 2% a 15 años, sin contar la inflación con la que, incluso, el inversor podría llegar a perder dinero.
"Consiguiendo un 10% de rentabilidad anual, la mitad de mis beneficios se los queda el gestor, con lo que mi patrimonio final se está repartiendo a partes iguales entre mí y quien lo gestiona", apuntaba Javier Díaz, profesor del IESE durante un Observatorio sobre pensiones organizado por elEconomista. Si realizamos el cálculo se observa cómo a más tiempo más sangrante es el pago que realiza un partícipe en comisiones en relación a las rentabilidades que obtienen, más aún teniendo en cuenta que los planes de pensiones son productos con vocación largoplacista.
Pongamos por caso que una persona en la veintena decide ingresar 1.000 euros en uno de los mejores productos de renta variable en España. En el ejemplo este plan ofrece una rentabilidad neta anual del 10% -un retorno muy superior al que en realidad existe en el mercado-. Y abrimos tres supuestos. Sin aplicar comisión alguna, transcurridos 50 años, esta persona rescataría de su plan algo más de 105.000 euros, aunque faltaría en la ecuación el elemento clave que nos lleva a los dos escenarios restantes: la comisión.
Si el partícipe entrara en un plan que aplicase el porcentaje mínimo que existe actualmente en el mercado nacional, del 0,75%, se encontraría con que a lo largo de medio siglo esos 1.000 euros iniciales se han convertido en 80.500, después de haber reinvertido anualmente las ganancias; y teniendo que desembolsar 7.100 euros en comisiones de gestión -sin incluir las de depósito o de entrada y salida-.
Pero si ese mismo plan cobrase la comisión máxima, del 1,5%, el inversor habría tenido que pagar hasta 10.700 euros en medio siglo para un recuperar un patrimonio final de 55.100 euros, la mitad que sin haber pagado comisión alguna.
No obstante, es cierto que en periodos más cortos de tiempo el impacto de las comisiones es mucho menor. A diez años, la diferencia entre pagar o no al gestor reduce las ganancias para el partícipe un 11% -en caso de aplicar el 1,5%- o en un 16% transcurridos 15 años.
Desde el sector, Ricardo Cañete, gestor de Bestinver, reconoce que la idea del Gobierno de imponer un techo a las comisiones no deja de ser "una parte trivial" porque depende, en su opinión, de la rentabilidad que sea capaz de generar cada producto.
Gonzalo Rengifo, de Pictet AM, reconoce que "no tiene sentido aprobar de manera unilateral una rebaja de comisiones" cuando de lo que se trata es de dotar de atractivo al producto, con mayor liquidez o ventajas fiscales.