Bolsa, mercados y cotizaciones

Robert Johnson: "Soros me fichó hace 25 años para el ataque a la libra del miércoles negro"

  • Entrevista al presidente del Instituto para el Nuevo Pensamiento Económico
  • "Me fichaba no para ser analista de seguridad sino de inseguridades"
  • "Él siempre avisaba a los políticos de lo que sucedería con su especulación"
Robert Johnson, inversor y presidente del Instituto para el Nuevo Pensamiento Económico.

Resulta difícil imaginar que Robert Johnson estuviera detrás de uno de los ataques especulativos más exitosos de la historia financiera exactamente hace 25 años. Este economista fue la eminencia gris del comité bancario del Senado de EEUU. Bajo una mirada empática, y un discurso que impregna con referencias musicales y literarias, se esconde un inversor cuyos instintos le pusieron en el radar de George Soros. Sus agresivas operaciones a corto hundieron la libra en septiembre de 1992, causando un impacto económico de 3.300 millones de libras y, sobre todo la salida de la moneda del mecanismo europeo de cambio, que preparó el camino al euro.

Explica que la embestida como una señal de alarma con la que denunciaron las debilidades del sistema global. Una batalla que continúa librando hoy en el campo intelectual como presidente del Instituto para el Nuevo Pensamiento Económico, financiado por Soros. En una entrevista en exclusiva con elEconomista durante la conferencia del Instituto en Edimburgo (Escocia), justifica por qué su gran apuesta bajista no resulta incoherente con sus esfuerzos para salvar el sistema hoy.

¿Por qué cuesta tanto cambiar el paradigma económico, y por qué seguimos todavía en el mismo que nos llevó hasta la crisis?

Upton Sinclair, un autor americano de los años 20 del siglo pasado, decía que "es difícil hacer que un hombre entienda algo, cuando su salario depende de que no lo entienda". Para mucha gente en posiciones de prestigio, no comprender que el sistema va descarrilado, o necesita cambios mayores, representaba una forma de negación conveniente para ellos. Las cosas iban bien para el 5% de la población. Mientras amasaban dinero, abrían sus centros de análisis, y fundaban sus universidades, su fantasía de "lo que es bueno para mi es bueno para todo el mundo" aguantó de manera persistente. Se necesita coraje no solo para romper con los hábitos, sino también con esas relaciones financieras. No me sorprendió la resistencia. Existe un viejo dilema entre los filósofos. Aquellos que creen que solo existe lo que ven, y los que solo ven lo que creen. Creo que hemos visto lo que hemos creído, mientras nuestra creencias nos convenían. Hasta que el sistema ha dejado de ser sostenible.

El sistema colapsó en 2007-2008 en parte por la especulación y la expansión de sofisticados productos financieros. Usted también especuló en el mercado, de hecho se unió a George Soros en septiembre de 1992 justo cuando sucedió el "miércoles negro"…

Era un inversor en divisas y fui fichado para ese propósito.

¿Qué conocimiento extrajo del mercado en aquellos días y cómo ha cambiado su percepción de la economía hoy?

Cuando me uní a Soros lo hice en parte porque éramos amigos. Me dijo "no te he fichado para que seas un analista de seguridad, sino de inseguridades". Buscaba la próxima fuente de incoherencia e inestabilidad, no solo el escenario sino también el momento de lo que podría convertirse en un catalizador de cambio. Cuando sucedió la crisis financiera hace una década, Soros y yo fundamos el Instituto para el Nuevo Pensamiento Económico en parte basado en su propia experiencia. Él era un niño cuando tuvo lugar la crisis bancaria en Austria y Alemania en 1931. En 2008, las autoridades rescataron en Estados Unidos a las instituciones financieras, y los banqueros consiguieron todos sus bonuses. Pero no rescataron a todos los ciudadanos que perdieron su dinero con sus casas. Hubo una injusticia. No se trató tan solo de una crisis financiera, se trató de una crisis de legitimidad del gobierno en America, como también del paradigma económico y financiero. Soros y yo sentimos que el modelo del mercado financiero que había llevado a la desregulación estaba mal. Pero aun más importante, sentimos que existía un peligro para la sociedad. Se creó un vacío en este colapso de la confianza y la legitimidad.

¿Cómo cubrir ese vacío?

El Instituto fue creado para cubrirlo con una visión constructiva, en lugar de sentarnos y ver a la gente cabrearse, porque eso es lo que alimenta la demagogia. Obviamente, no hemos tenido éxito. Las turbulencias que empezaron en 2008 han continuado alimentándose y ahora tiene relación con las preocupaciones sobre el clima, la justicia y la desigualdad. Estoy preocupado por si la democracia puede restaurar el equilibrio en la sociedad, o si la demagogia tomará el control de una democracia desesperanzada y destroza aún más la economía, lo que intensifica la desesperación. Nos encontramos en esa encrucijada de este desafío ahora mismo. Es el momento para que el instituto sea más ambicioso, más fuerte, más vocal. No para avergonzar a nadie, pero para demostrar que un buen economista es consciente de todas las consecuencias para todas las personas.

Remontándonos al 'miércoles negro', y teniendo en cuenta su punto de vista actual, ¿significa que no habría apostado a corto para tumbar la libra?

No lo veo de esa esa manera. Si estuviera en 1992, y alguien como yo viera la situación, pensaría que alguna persona lo va a hacer. No creo que Soros causara [la salida del] mecanismo europeo de cambios. Creo que vio lo que iba a suceder antes que otra gente. Nos subimos al tren de manera más inteligente y más rápidamente que otras personas. No creo que la situación hubiera durado otros dos meses. No creo que fuéramos la causa. Soros obtuvo cierta reputación por su apuesta agresiva y ambiciosa. Pero creo que se trata sobre todo de una explicación a posteriori. Muchos banqueros en Holanda, Dinamarca, Suecia y el Reino Unido dijeron después del 'miércoles negro' "yo también estuve allí". Pero no intervinieron con la magnitud y la ambición de Soros. Parte de la razón por la que me fui a trabajar con él fue porque yo pude ver lo que se venía encima, y supe que me dejaría ir a por ello. El banco para el que trabajaba estaba preocupado por su licencia bancaria y era más prudente. Pero no creo que se trate de un tema moral o de culpabilidad en el que debería contenerme, por lo que sé ahora. Creo que lo que hago hoy es consistente con la visión que tenía entonces. Fue tan solo un evento que sucedió.

Pero usted y otros intentan ahora corregir cómo funcionan los mercados, o el modelo económico, cuando no actuaron con suficiente fuerza antes para corregir el sistema, o incluso formaron parte de algunas de estas operaciones polémicas. Desde fuera, resulta difícil de conciliar.

En 1991, con el banco para el que trabajaba, estuve muy involucrado en la devaluación de la markka finlandesa, precursor [de la operación] del mecanismo europeo de cambio. Soros opera de una manera diferente en comparación con otros inversores, que es lo que me atrajo. Como éramos amigos me preguntó si había hablado con las autoridades finlandesas sobre lo que se avecinaba. Le dije que sí. Me dijo que que él siempre avisaba a las autoridades de lo que veía. Nosotros siempre nos reunimos con cargos públicos antes, durante o después de los eventos. Después del caso británico puede que piense que era polémico, pero el socio jefe del fondo de Soros y yo (entonces era el número dos) nos reunimos con el Tesoro británico y con el Banco de Inglaterra. Les explicamos lo que hicimos y por qué. También nos reunimos con el Bundesbank, y con Jean-Claude Trichet, quien entonces estaba en el Tesoro francés. Soros les comentó, de una manera metafórica, que era como un crítico de teatro, y que siempre que veía algo que estaba sucediendo en el teatro, si pensaba que era peligroso, se lo haría saber a la gente, les avisaría del peligro. Y tiene confianza que siempre será lo suficientemente listo para ver las cosas, y también hacer dinero. No tiene que proteger algo que representa una falla en la sociedad, aunque siente la responsabilidad moral de comunicar lo que ve. Yo siempre he sentido ese tipo de responsabilidad. Siempre estuve en diálogo con la Reserva Federal, con el Tesoro de EEUU, o el Banco de Japón. Nunca quisimos lastimar a otras personas. Vimos venir algo inevitable que estaba sucediendo. Nosotros solo intentamos reconocerlo de manera más rápida que otros.

En las capitales europeas y en las instituciones comunitarias repiten que existe una oportunidad para avanzar en la construcción de la UE, dado el buen momento económico ¿Cuál es su opinión?

En esta crisis, si miras a la trayectoria del PIB, sobre todo en los países del Sur de Europa, observas que la situación es peor que en 1930. La porción de gente joven que se ha quedado en el paro en sus años de formación, de los 22 a los 35, ha sido enorme. ¿Y qué está pasando ahora en Grecia? No parece algo saludable, pero tampoco en España o Portugal. Puede que lo peor ya haya pasado, pero el efecto acumulado es todavía malo. Se trata casi de una generación perdida. En segundo lugar, si miras a la riqueza de China en el momento de la crisis de Lehman Brothers, ves que había creado una cuña en Europa. Alemania y otros países del Norte vendían bienes de lujo y otros que requieren mucho capital como ascensores o tractores a China, mientras que productos chinos poco elaborados presionaban a la baja los salarios en el Sur de Europa. Responder a ello con austeridad en lugar de con estímulo fiscal para realizar una transformación de los sectores económicos, para preparar a la gente de una manera diferente, fue la receta para el estancamiento y para prolongar el bajo nivel de rendimiento económico.

La austeridad se nos impuso entonces como medida para controlar el gasto…

Creo de corazón que el problema de España no fue el derroche fiscal. Si miras a los datos de 2006 o 2007, los datos presupuestarios de España eran tan buenos o mejores que los de Francia o Alemania. Lo que creo es que hubo un boom de flujos de capital en Europa, cuando el BCE empezó a subsidiar bonos, por lo que trataron el bono portugués, el griego, español o portugués igual que el alemán o el holandés. Crearon una nueva convergencia. El capital fluyó al Sur, y crearon un boom de la construcción sobre todo en España. Lo que provocó la caída de Lehman Brothers fue una llamada para que los inversores recogieran y se llevaran su dinero, dejando a la gente en la cuneta. Lo que estos países del Sur tenían que haber hecho es reconocer lo que estaba pasando con la competencia china, y mejorar su productividad con inversiones para transformar la sociedad y poner a poner a sus economías en pie. Pero fallaron, en parte porque los países del Norte de Europa impusieron austeridad.

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