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¿Son las criptodivisas una nueva clase de activos o un fraude piramidal?

El deliberado ataque de JPMorgan contra el bitcoin y otras criptodivisas sigue avanzando. Si el pasado martes, su consejero delegado, Jamie Dimon, calificaba a esta moneda digital como un fraude, el banco ha publicado un informe rubricado por su analista Marko Kolanovic donde se cuestiona de nuevo su legitimidad y se compara esta clase de activos con un esquema piramidal.

"Si bien no sabemos si el precio de las criptodivisas subirá o bajará a corto plazo, la historia de las divisas, los gobiernos y el fraude financiero nos hace pensar que el futuro de las criptodivisas probablemente no será brillante", señala Kolanovic en el documento distribuido entre sus clientes.

En el mismo considera que actualmente hay pocas razones legítimas para usar las criptodivisas salvo para especular, ya que el mercado mueve alrededor de 150.000 millones de dólares en activos. Entre ellos no sólo si incluye el bitcoin sino los cientos de divisas virtuales registradas hasta la fecha en el mercado.

"El suministro de las criptodivisas no está controlado por los bancos centrales y pueden utilizarse para evitar controles de capital, permitir la evasión de impuestos o financiar transacciones ilegales en la web", apunta el director global de estrategias macro y de derivados de JPMorgan.

Al respecto incide en que las divisas digitales no pueden ser valoradas de forma efectiva y plantean un importante "riesgo de cola", especialmente cuando los reguladores comienzan a prohibir la compra y venta de estos activos, como ha ocurrido en China.

Desde su punto de vista, no es posible calcular el valor de las criptodivisas porque no hay una economía subyacente para evaluar la oferta y la demanda de bienes y servicios, no hay inflación, no hay "diferenciales de tasas" ni tampoco un poder organizado que garantice su viabilidad a largo plazo.

En su comparación de las criptodivisas con un esquema de Ponzi, Kolanovic pone de manifiesto que existen varios paralelismos. Cuando se inicia un fraude de este tipo, la persona o personas encargadas de estructurarlo se encargan de asegurarse una propiedad desproporcionadamente alta de los beneficios futuros.

En el caso de bitcoin, por ejemplo, se cree que una persona (o grupo de individuos) bajo el pseudónimo de "Satoshi Nakamoto" minaron entre 1 y 2 millones de unidades de esta divisa digital, alrededor del 10% del total en circulación, con un valor actual de entre 4.000 y 8.000 millones de dólares.

"Si bien la emisión inicial requiere un esfuerzo insignificante, los beneficios para los participantes posteriores comienzan a disminuir a medida que la emisión se vuelve progresivamente más difícil y eventualmente no rentable, marcando el probable final del esquema", explica este experto. En el caso de las criptodivisas, la analogía con el esquema de Ponzi reside fundamentalmente en crear una nueva divisa digital si esta es más rentable que otras ya en circulación. Este fraude funciona "siempre y cuando haya suficiente demanda, generalmente desinformada, dispuesta a comprar", añade.

El pasado martes, el consejero delegado de JPMorgan comparó el aumento del precio del bitcoin con una burbuja, y dijo que esta criptodivisa es sólo útil para traficantes de drogas y países como Corea del Norte. Dimon amenazó a sus empleados asegurando que si alguno realiza operaciones de inversión con bitcoin en nombre del banco, será despedido "en un segundo".

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