
Francia está pensando en iniciar, varias décadas más tarde que otros países como España, la privatización de compañías hasta ahora controladas en todo o en parte por el Estado. Emmanuel Macron será el encargado de colgar el cartel de en vente a quince participaciones históricas que tiene el Estado galo en firmas cotizadas. En total, Francia cuenta con 80.000 millones de euros en inversiones de firmas clave para la economía francesa, como las energéticas EDF y Engie -la antigua GDF Suez-, la compañía de defensa Thales, el fabricante de aviones Airbus o la gestora de aeropuertos Aéroports de Paris, entre otros.
El recién nombrado presidente de Francia cuenta con respaldo para hacerlo, después de haber logrado mayoría absoluta en las elecciones legislativas de hace solo una semana. Hay quien ya sugiere que el perfil mucho más liberal de Macron podría llevarle a iniciar una salida progresiva de valores estratégicos que ha mantenido el Estado y que serviría para que el país haga reformas y no descontrole su deuda.
En todo caso, Macron no estaría buscando deshacerse de todo. Algunos cálculos apuntan a la salida progresiva de un tercio aproximadamente de sus inversiones. Pablo García, director general de Carax AlphaValue, eleva la apuesta "hasta los 50.000 millones o 60.000 millones de euros que podrían ser vendidos, incluso contando con EDF y Engie, aunque para ello debería modificarse el sistema legislativo actual".
La defensa del sector eléctrico ha sido siempre el objetivo central de las inversiones del Estado francés. Suyos son 25.500 millones de euros de los 27.750 millones que capitaliza Electricité de France, casi el 90% del total, y un tercio de los 34.100 millones que vale Engie en la bolsa gala. "EDF, de no ser por el respaldo del Estado, hubiera encontrado casi imposible encontrar financiación para seguir con su actividad, pero la venta progresiva de la parte que pueda ser vendida -la legislación francesa obliga al Estado a tener un tercio en su poder (para preservar un modelo basado en las nucleares), además de la denominada golden share- es la única salida viable para intentar frenar las gigantescas pérdidas que arrastra", sostiene García. La mencionada acción de oro ha sido un recurso histórico utilizado por los gobiernos, entre ellos el francés o el británico, para que su opinión en una Junta de Accionistas se imponga sobre las otras. El objetivo, como se ha demostrado, ha sido vetar en algunas ocasiones intentos de opa por parte de firmas extranjeras.
A falta de que el Gobierno liderado por En marche! confirme las desinversiones, aparentemente, ?tendría sentido? que lo hiciera. Aranzazu Bueno, experta en utilities de Bankinter, sugiere que el Estado francés no tendría por qué mantener el control sobre las eléctricas a través de dos vías. "O tienes la mayoría de las acciones o lo controlas por medio de la regulación, pero podría no tener sentido mantener las dos opciones si realmente se lo está pensando. Y si quisiera podría, sencillamente, guardarse la opción de una golden share", concluye. En España, el Estado sólo mantiene una participación en Red Eléctrica del 20% y en Enagás del 5% a través de la Sepi (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales), mientras que otra de las utilities nacionales, Endesa, ha pasado a estar en manos italianas tras la compra de Enel, que controla hoy un 70,1%.
¿Más atractivo en Francia?
Otra opción que se abre a una desinversión progresiva del Estado francés es que esta avalancha de papel pueda llevar al inversor europeo a elegir a aquellas firmas galas cuyo atractivo sea mayor y que, encima, se venderían con cierto descuento sobre su precio de mercado. Este podría ser el caso de Engie dentro del sector energético. La firma cotiza un 20% por debajo de la media de las tres españolas comparables -Iberdrola, Gas Natural y Endesa-, cuyo multiplicador de beneficios es de 16,9 veces, frente a las 13,8 veces de la francesa, que además ostenta la única recomendación de compra del sector (ver gráfico).
No sería el caso, sin embargo, de Aéroports de Paris, la tercera mayor participada por el Estado francés, con 8.100 millones, que suponen un 58% de su capitalización. Si Aena cotiza con un multiplicador de beneficios por encima del mercado desde su salida a bolsa en 2015 -su PER (número de veces en que la acción recoge en precio el beneficio) es de 22,2 veces-, el inversor que decidiera entrar en ADP estaría dispuesto a esperar casi 32 años para recuperar, por la vía de las ganancias, su dinero. Francia también ostenta el 12,1% de Airbus, y hasta el 28,8% de la firma de defensa Thales. Cuenta, además, con casi el 15% de Orange, que si vendiera hoy alcanzaría un valor de mercado de 5.800 millones de euros. La firma gala, a diferencia de Telefónica, mantiene su consejo de compra con un potencial del 20% que casi duplica al de la española, aunque por PER la compañía presidida por Álvarez-Pallete presenta un descuento del 14% respecto a Orange. Además, la compañía tiene algo a su favor y es que "podría estar viviendo un pico en la inversión (capex)" tanto en España como en Brasil sin intención alguna de subir el dividendo, sugiere Javier Mielgo, analista de Mirabaud Securities, lo que "aumentará su flujo de caja".
Transportes
Francia controla, además, hasta tres vías de transporte distintas: por aire con Air France-KLM; por carretera con 7.400 millones invertidos entre Peugeot y Renault y por tren, con el 21,6% de Alstom.
El holding franco-holandés cotiza con un descuento del 25% respecto a IAG, cuyo PER alcanza las 6,8 veces, frente a las 5,4 veces que estiman para la francesa.