
El yuan chino marcó un nuevo hito anual el pasado martes, al tocar un mínimo anual en niveles no vistos frente al dólar desde el año 2008, después de sufrir una fuerte racha bajista tras las elecciones en Estados Unidos.
Esta caída ha hecho pensar que China ve con buenos ojos que su divisa continúe devaluándose, ya que permitir esto podría ser una estrategia para ganar competitividad, debido a la posible implantación de aranceles que perjudiquen a sus exportaciones -con una divisa más barata los países exportadores mejoran su balanza al vender productos fuera-. Sin embargo, como explica The Wall Street Journal, Trump puede no ser el quid de la cuestión ahora, si no la propia situación económica china.
Según fuentes citadas por el diario estadounidense, "las burbujas en ciertos activos de China y la incertidumbre sobre el crecimiento del país van a ser el principal factor que afecte a las expectativas de depreciación del yuan". En concreto, se especula con la posibilidad de que se esté valorando el mercado inmobiliario chino como una burbuja; los precios han subido con fuerza en muchas ciudades, lo que puede estar propiciando que muchos ciudadanos saquen su dinero de las fronteras del país a la hora de invertir, explican fuentes del diario. Si el dinero se usa para comprar activos fuera, la divisa cae y se contabiliza como salida de capital.
Caen las previsiones
Las últimas previsiones para el cruce de la moneda asiática con el dólar estadounidense no son demasiado halagüeñas. Desde las elecciones estadounidenses ha habido 12 actualizaciones de las estimaciones que recoge Bloomberg; estas firmas consideran que el yuan terminará el año en los 6,85 dólares, los precios que mantiene en la actualidad. Sin embargo, Credit Suisse, HSBC Holdings, RBC Capital, Australia & NZ Banking y Norddeutsche Lande esperan que caiga al menos hasta 6,9 yuanes por dólar.