
Monsanto aceptó el miércoles la última oferta de Bayer: 66.000 millones de dólares (128 dólares por cada acción), pero la operación, que sería la mayor de la historia en el sector de la agricultura, no tiene el éxito garantizado. "Dado el tamaño de la adquisición, los riesgos regulatorios son muy importantes", reconocen desde Banco Sabadell.
Las autoridades de Estados Unidos todavía tienen que dar el visto bueno al nacimiento del mayor gigante mundial de la industria agroquímica, en la que solo existen otros tres grandes actores tras las fusiones de DuPont y Dow Chemical y de China National Chemical y Syngenta, según recoge Bloomberg.
La agencia de información incide, además, en que la operación también podría sufrir un revés en Alemania, donde la opinión pública se opone al consumo de alimentos modificados genéticamente y es ilegal el cultivo de transgénicos. "La compra de Monsanto probablemente se enfrentará a una larga revisión antimonopolio por parte de los reguladores, tanto en EEUU como Europa", explica Bloomberg.
"Los riesgos no son insignificantes, algo que refleja la compensación de 2.000 millones de dólares que Bayer deberá pagar a Monsanto si la compra no se cierra antes de que termine 2017", insiste Citi.
El mercado ha escenificado esta incertidumbre: las acciones de Monsanto retroceden desde que se hizo público el acuerdo y cotizan en el entorno de los 105 dólares, más de un 20% por debajo de los 128 dólares por título ofertados por Bayer y aceptados por la norteamericana. Lo habitual cuando una adquisición de este tipo se hace efectiva es que se produzca un ajuste hasta el precio de compra.
"Ambas compañías se muestran confiadas en la aprobación por parte de los organismos de competencia", observa el equipo de analistas de Banco Sabadell. Sin embargo, hay precedentes en los últimos dos años en los que las autoridades estatales han frustrado operaciones similares.
Monsanto-Syngenta
Antes de ser pretendida por Bayer, Monsanto intentó adquirir la proveedora de semillas suiza Syngenta, una operación a la que tuvo que renunciar el 26 de agosto de 2015 ante la oposición de las autoridades europeas por entender que la fusión de ambas compañías derivaba en una posición dominante en el sector. Esta decepción se tradujo en un desplome del 18% de las acciones de la europea.
Pfizer-Allergan
Otro fiasco sonado sucedió el 6 de abril de este año, cuando la estadounidense Pfizer rompió su acuerdo con la irlandesa Allergan ante las exigencias de Departamento del Tesoro de EEUU para evitar el desvío de impuestos. De la operación iba a surgir la mayor farmacéutica del mundo, que se valoraba en 160.000 millones de dólares. Allergan retrocedió un 15% ese día
Teva-Mylan
También en el sector farmacéutico, el 27 de julio de 2015, la israelí Teva renunció a la compra de la norteamericana Mylan ante la resistencia de Abbott Laboratories, principal accionista de esta compañía. La oferta era de 46.300 millones de euros y los títulos de la estadounidense se despidieron de ella con un descenso del 14,5%.