
26 de julio de 2012. Por aquel entonces, España caminaba en el filo de la navaja después de que Bruselas hubiera aprobado un (discutido) rescate a su sistema financiero por hasta 100.000 millones de euros, aunque no era el único país de la periferia con problemas. Portugal había sido rescatada un año antes, la deuda italiana rebasaba ya el 120 % del PIB y Grecia malvivía gracias al segundo salvavidas aprobado por la Unión Europea en febrero.
Tres años más tarde aún llegaría un tercero. Pero, por aquel entonces, la situación resultaba insostenible para los mercados financieros y Mario Draghi decidió entrar en escena pronunciando sus ya mágicas palabras del I´ll do whatever it takes to save the euro (Haré todo lo que sea necesario para salvar el euro), que sirvieron de punto de inflexión tanto en la deuda como en la bolsa. Desde entonces, la renta variable comenzó su rally alcista frente a un mercado de deuda en donde las rentabilidades exigidas a los países para financiarse han caído en picado.
Bonos muy rentables
Aquel inversor -tolerante al riesgo- que fuera capaz de comprar bonos periféricos en los peores momentos de la crisis de la eurozona hoy en día puede haber obtenido rentabilidades superiores al 240%. Es lo que ha generado el bono a diez años griego en los últimos cuatro años cuando comprar papel de deuda helena se consideraba poco menos que una locura. Por él se exigía una rentabilidad del 27,5% aquel 26 de junio de 2012. Hoy, se pide un 8%. La deuda de la periferia europea ha sido la más castigada, pero también la más rentable para los especuladores. De media, ofrece un 70% de rentabilidad en el cuatrienio incluyendo en el cálculo a Portugal, Italia y España -ver gráfico-. Por detrás del bono luso, la deuda española ha sido la tercera más rentable en este periodo gracias a un retorno del 64%. En los momentos previos a la intervención de Mario Draghi, el bono alcanzó su pico más elevado, en el 6,9% de rentabilidad, para caer hasta el 1,11% de ayer, nuevo mínimo histórico.
¿Y qué ha pasado con los países más seguros? El Bund permanece en niveles negativos -del -0,013% de ayer-y genera retornos del 14% en estos cuatro años -ver gráfico-. Su bolsa es, sin embargo, otro cantar. Quien invirtiera sobre el Dax obtiene una rentabilidad del 55%, la mayor de Europa (desde los 6.582 puntos hasta los actuales 10.200). Por detrás del Cac francés, el Ibex 35 es el tercer índice más alcista. En cuatro años, el selectivo sube un 35% desde los 6.368 puntos a los actuales 8.575 enteros.
Retos
Hace cuatro años, el BCE puso de manera implícita dinero sobre la mesa para comprar deuda de los estados. Hoy, con un QE ya aprobado, desde Bank of America Merrill Lynch consideran que "Draghi dirá en septiembre" que "alarga su programa de compras un mínimo de 6 meses a partir de marzo de 2017 (fecha en la que finaliza el actual)". Con la "vigilancia" activada, dicen desde Groupama AM, el BCE no tiene más ases bajo la manga hasta que no sea capaz de evaluar el impacto del Brexit sobre la zona euro y de resolver la morosidad que corroe a la banca italiana.
El inversor huye de los tipos negativos hacia bonos emergentes
Los flujos de inversión en el mercado de deuda de emergente alcanzaron los 4.800 millones de dólares durante la semana pasada, cifra récord en la historia. ¿El motivo? Los expertos aseguran que los inversores están buscando cierto respiro a la escasa o nula rentabilidad que ofrecen los bonos de los países desarrollados: más de 12 billones de deuda soberana se encuentra, actualmente, en tipos negativos. Como resultado de esta avalancha compradora, la rentabilidad ofrecida por la deuda de países en desarrollo cayó, de media, un punto porcentual en los últimos cinco días, en base al Bloomberg USD Emerging Sovereign Bond Index, y ayer cerró en el 4,382 %. Desde que la deuda emergente marcara un máximo de rentabilidad en el 5,5% en enero de este año ha caído más de un 20%.