Bolsa, mercados y cotizaciones

Las pistas para distinguir entre más de 20.000 fondos

Salvando las distancias -que las hay y muchas-, comprar una tele es como comprar un fondo: la decisión parece fácil, pero tiene su aquel? ¿Qué es mejor? ¿Elegir una con pantalla de plasma, LCD, led o quizás oled?? Con los fondos pasa algo similar. Uno puede tener claro que quiere invertir en uno, pero la dificultad empieza cuando se encuentra el mismo producto acompañado de distintas letras -es lo que se conoce como clases-. Aunque no hay una única clasificación que permita distinguirlas, sí existen algunas pistas que pueden ayudar al inversor a moverse en un mercado que abarca más de 20.000 productos si se tienen en cuenta todas las clases existentes de un mismo fondo.

Lo primero de todo es elegir la modalidad del fondo, es decir, si busca uno de reparto -también llamados de distribución- o de acumulación. Los de reparto distribuyen entre los partícipes los cupones y dividendos que abonan los activos que tienen en cartera de forma periódica. Para identificarlos, algunas gestoras incluyen al final del nombre las letras Inc o solo una D, mientras que para nombrar a los de acumulación, que lo que hacen es reinvertir los cupones y dividendos para engordar su valor liquidativo, suelen utilizar las letras Acc o ND.

Lo segundo sería decidir si se busca un fondo en euros o en otra divisa. A veces un mismo fondo puede encontrarse en dos divisas distintas, pero por norma general este aspecto también se indica al final del nombre al incluir un diminutivo de la moneda en la que está denominado -eur, usd, gbp-. Si no está en euros, algunos cubren el riesgo divisa y se pueden identificar porque suelen incluir la palabra hedged o la consonante H. Los que no lo hacen, pueden indicarlo mediante la palabra unhedged o UNH.

"Lo mejor es buscar asesoramiento antes de realizar la inversión para no equivocarse de producto y, sin querer, entrar en un fondo de reparto cuando se quería un fondo de acumulación; o entrar en un fondo en dólares, cuando se quería un fondo en euros; o entrar en un fondo sin cubrir, cuando lo recomendable es cubrirse", apunta Mar Barrero, analista de Profim. "En algunos casos, no sólo el resultado en cuanto a rentabilidad puede ser muy distinto, sino que también puede tener efectos fiscales; el cupón cobrado en los fondos de reparto tiene retención a cuenta del IRPF y hay que declararlo anualmente; en los fondos de divisas distintas al euro hay que comprar la otra divisa y esa operación también tiene efectos fiscales, además de afectar a la rentabilidad del producto", añade.

Debe tenerse en cuenta que cuando se compra un fondo de renta variable americana en dólares, por ejemplo, "el proceso exige cambiar primero de euros a dólares y, cuando se reembolse, de dólares a euros. Y eso lleva un coste concreto, que aplica la entidad", explica Javier Monjardín, director de análisis de Tressis. La forma de hacer lo mismo sin tener que cambiar divisa, apunta, es comprar la clase en euros sin cubrir.

A, B, E... Comienza el baile de letras

Elegida la modalidad del fondo y la divisa, lo siguiente es seleccionar la clase adecuada, ya que un mismo producto se puede encontrar en diferentes clases en función de a qué tipo de cliente se destina -al minorista, banca privada, institucional...-. Por ejemplo, el fondo de bolsa española más grande de nuestro país, el Fidelity Iberia, con 865 millones de euros bajo gestión, se puede comprar en la clase A -tanto de acumulación, como de distribución-, en la E y en la Y. Ante este escenario no son pocos los inversores que no saben cuáles son las diferencias y, sobre todo, cuál es la clase que les conviene.

La mala noticia es que no existe una clasificación universal que utilicen todas las gestoras, sino que cada una emplea las letras con significados distintos. La buena es que pueden identificarse algunas pautas comunes, aunque no siempre se cumplen. "Por lo general, en España, la clase retail es la que acompaña su denominación con la letra E o la R, pero depende de las gestoras. Schroders, por ejemplo, utiliza la B, pero Banco Santander usa la A para este fin", explica Barrero. La experta aclara, no obstante, que la letra A es, sin embargo, la más utilizada por las entidades extranjeras para catalogar a su clase de banca privada, así como consonantes como BP o P. "En donde existe más unanimidad es en la clasificación de los fondos dirigidos a inversores institucionales. En la mayoría de los casos, aunque también hay excepciones, se usa la letra I", añade. A veces, la clase de banca privada tendrá menores comisiones de gestión que la retail, pero requerirá de una inversión mínima más elevada -y lo mismo ocurrirá entre la clase institucional y la de banca privada-.

Aunque esas pistas ayudarán al partícipe a identificar a quién está destinado el fondo en cuestión, a la hora de la verdad suele ser la entidad comercializadora, el asesor o la plataforma a través de la que se accede a los fondos las que suelen indicar cuál es la clase en la que se puede invertir.

¿Comprar la réplica o el original?

El inversor también se puede ver en la tesitura de encontrar el mismo fondo con distinto formato, el de sicav o FCP -el equivalente en Francia a nuestros fondos-, pero registrado en Luxemburgo. Por ejemplo, dentro de los de bolsa española se puede comprar el EDM Inversión R y su homólogo luxemburgués, el EDM Internacional Sicav Spanish Equity R. Es solo un caso, porque en realidad más de la mitad de las gestoras operan fuera de España, sobre todo en Luxemburgo.

Las razones para salir fuera son varias. Una es la búsqueda de clientes extranjeros, pero lo cierto es que sólo el 0,9% de nuestros fondos se venden fuera, según datos de Inverco. Otra es que la fiscalidad de las IIC en Europa es más ventajosa que en España. En la mayoría de países europeos los fondos y sicavs están exentos de tributar a efectos prácticos, mientras que en España pagan un 1% en el impuesto de sociedades. "Es simbólico, pero supone un obstáculo para desarrollar los fondos por compartimento", explica Ángel Martínez Aldama, presidente de la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva. España es, de hecho, junto a Noruega y Portugal, los únicos países en los que estas figuras se ven sometidas al impuesto de sociedades.

Los requisitos para constituir y poner en funcionamiento una IIC también son más exigentes en España que en el resto de Europa. Mientras aquí se precisa que estas figuras tengan al menos 100 inversores para crear una, en el resto de países europeos sólo se necesita que tengan carácter abierto. Y por eso se entiende que den acceso a cualquier inversor que desee formar parte del vehículo.

Por último está el factor de las cuentas ómnibus cuyo uso está extendido en Europa, pero en España no terminan de despegar. Aunque la regulación dio luz verde a su utilización en 2013, a fecha de hoy su desarrollo no ha sido el previsto en un inicio. Desde la patronal explican que lo que está pendiente es la transformación de los fondos preexistentes -en los que está el grueso de partícipes, con 7 millones- al sistema de cuentas ómnibus, por el que la información del partícipe queda registrada en una cuenta global del comercializador y no en la gestora, como hasta ahora. "El uso de la cuenta ómnibus se permite para los fondos españoles nuevos, pero no para los que ya existen y esto ha hecho que muchas entidades hayan decidido no registrar ningún fondo nuevo con formato ómnibus, porque estarían usando dos criterios de registro distintos", explica Aldama.

Salir fuera implica poder emplear este sistema. Sin embargo, para que compense comercializar fondos en el extranjero, "deben tener al menos 50 millones de euros de patrimonio si se quieren cubrir los costes", apunta Sergio Míguez, director de Relaciones Institucionales de Efpa.

Según los expertos, a efectos del inversor no tiene por qué haber diferencias. "Antes se podían encontrar algunas distinciones en sus políticas de inversión en cuanto a que no podían tener depósitos de entidades españolas y los sustituían con letras, pero ya no. Todo se rige por la normativa Ucits", explica Monjardín.

Pueden ser útiles en distintos casos. "En ocasiones puede ser más sencillo hacer traspasos entre fondos extranjeros, ya que en el caso de los fondos españoles la comercialización en muchos casos ha estado más restringida al ámbito de la propia entidad. Aunque no siempre es así, muchos fondos españoles están comercializados por un pequeño número de entidades y a la hora de hacer traspasos podemos encontrarnos con que nuestro banco no los comercializa", arguye Victoria Torre, responsable del departamento de análisis y producto de Selfbank.

Lo que el partícipe debe vigilar antes de comprar un fondo domiciliado en Luxemburgo, continúa la experta, es el número de accionistas que tenga en el caso de que el producto esté constituido en formato sicav, ya que si no tiene 500 no podrá beneficiarse de la posibilidad de hacer traspasos exentos fiscalmente.

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