
El VIX, el más célebre entre los conocidos como índices del miedo, está lejos de los niveles que alcanzó en los años más duros de la crisis a pesar de los múltiples focos de incertidumbre avivados en los últimos meses. Pero este indicador, que calcula la volatilidad implícita (a futuro) en función de las opciones del S&P 500, no es la única forma de detectar pánico en los mercados. Estudiando las sesiones en las que los selectivos suben o caen un 1% o más -la volatilidad explícita-, 2016 va camino de igualar o superar registros de 2008 en los principales índices. El Ibex 35, por ejemplo, proyecta este año como el más volátil de la crisis.
En lo que va de curso bursátil, el selectivo de referencia de España se ha movido bruscamente en 48 ocasiones (el 60% del total): siete veces más que a comienzos de mayo de 2008, lo que, proyectándolo, se traduce en que de forma anualizada va camino de cerrar 2016 registrando 145 jornadas de subir o caer más de un uno por ciento, por encima de las 140 veces en las que lo hizo ese ejercicio, el año más espídico de la crisis atendiendo a este cálculo alternativo a los índices semejantes al VIX.
"La volatilidad se puede calcular de múltiples formas", observa José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España, quien admite que, sea cual sea la medición, "si es elevada es siempre sinónimo de incertidumbre". "La volatilidad imprime la sensación de que el mercado está cogido con pinzas y es, por lo tanto, más susceptible a cualquier noticia", opina Felipe López-Gálvez, analista de Self Bank.
Tradicionalmente, el VIX o índice del miedo es requerido, efectivamente, para revelar el sentimiento del mercado de EEUU, al reflejar cómo los inversores se cubren cuando sospechan que las bolsas pueden sufrir o cómo apuestan por contextos alcistas. No obstante, para Javier Santacruz, profesor del IEB, "este indicador es muy parcial porque mide el riesgo con respecto a nada, solo con respecto a sí mismo". Por su parte, Albert Enguix, analista de GVC Gaesco, explica que "la volatilidad implícita del VIX habla del riesgo a futuro, mientras que la explícita mide el pasado".
Lo cierto es que en los últimos meses, el indicador del miedo no ha desvelado pánico, pero sí una acentuada incertidumbre. El VIX escaló a máximos no vistos desde 2011 tras el crash chino de agosto de 2015 y, de nuevo, protagonizó fuertes repuntes a comienzos de 2016. Sin embargo, una conclusión más preocupante se extrae de la contabilización de sesiones de +/-1%: se avecina una mayor volatilidad respecto a los últimos años no solo en España.
En el S&P 500, donde este tipo de jornadas se proyectan hasta las 90 (el 36% del total), registrarían el nivel más alto desde 2011. En el europeo EuroStoxx 50, 42 sesiones han acabado con subidas o descensos del 1% o más en lo que va de año, y ascenderían a 127 (el 49 por ciento del total) en el todo el año, el mayor dato desde 2009.
El equipo de Bestinver admitió en la carta trimestral a sus clientes que los meses entre enero y marzo fueron un periodo "complejo y exigente". "Los mercados comenzaron el año con un marcado tono negativo, reflejando un escenario macroeconómico incierto", explicó la gestora, quien concluyó que "con este telón de fondo la volatilidad ha dominado la evolución de los principales mercados financieros".
"Los mercados se han movido al son del sentimiento del inversor desde comienzos de año", comparten desde Fidelity International, que considera que "dado que los inversores intentan constantemente calibrar las consecuencias de los factores exógenos para la economía real y los flujos de ingresos futuros de las empresas" se generalizan las reacciones "por exceso y por defecto".
En este contexto, el Ibex 35 acumula más sesiones de vaivenes superiores al 1 por ciento en 2016 que el S&P 500 o el EuroStoxx 50 porque "tiene menos valores que otros índices, está menos diversificado y el peso que tiene el sector bancario es alto", comenta Felipe López-Gálvez, de Self Bank. "Seis valores mueven el índice, que además está muy bancarizado, lo que supone mucha volatilidad", coincide Javier Santacruz, del IEB.
Que se cumpla la proyección de un 2016 en el que casi el 60 por ciento de las sesiones acabarán con subidas o caídas del 1 por ciento o más dependerá de las incertidumbres ya conocidas: "El Brexit, el petróleo, las elecciones, el sistema bancario italiano y la desaceleración en China", recuerda Felipe López-Gálvez, quien destaca también "el enturbiamiento en las negociaciones del rescate griego".
Albert Enguix, de GVC Gaesco, repara en "la conclusión en un par de meses del miniciclo de expansión protagonizado por China por el plan de inversión iniciado a principios de año, lo que podría volver a mostrar datos peores de los esperados y una recaída de las materias primas".
