
A principios de año todas las previsiones de los expertos apuntaban a que Indra lograría salir de las pérdidas que registró en 2014 este mismo ejercicio, sin embargo, la compañía ha vivido una revolución con la sustitución de Javier Monzón, que había estado al frente de la compañía durante 22 años, por Fernando Abril Martorell.
La llegada de Abril Martorell ha supuesto el inicio de un proceso de limpieza de la compañía. Este ha llevado a que la misma haya registrado pérdidas de 436 millones durante los seis primeros meses del año. Así, los analistas esperan que pierda durante 2015 un total de 371 millones, lo que convertiría este año en el peor de su historia y el segundo con pérdidas, después de las de 92 millones de 2014. Unos números rojos de los que tardará en recuperarse tres años.
En este sentido, desde JP Morgan señalan que "la nueva dirección continúa limpiando los problemas del pasado". De este modo, desde el banco de inversión americano aseguran que las "previsiones de corto plazo permanecen inciertas". Así, el consenso de mercado espera que la compañía salga de los números rojos en 2016, con ganancias de 97 millones. Para 2017 esperan un fuerte incremento del beneficio, de más del 50%, hasta los 147 millones. Sin embargo, la suma de los resultados de 2016 y 2017 no será suficiente para borrar el agujero que dejará 2015 y será en 2018 cuando, al ganar 187 millones de euros, logrará recuperarse de las pérdidas que registrará este año. Sara Carbonell, analista de CMC Markets, considera que la nueva dirección "está haciendo algo que es inevitable: prescindir de ciertos cargos así como reducir costes".
La herencia de Monzón
Desde 2009, la tecnológica ha venido atravesando problemas. Y es que desde ese año, en el que alcanzó su pico de ganancias en 196 millones, su beneficio neto ha sufrido un deterioro constante, hasta que en 2014 perdió 92 millones de euros. Victoria Torre, analista de Self Bank, explica que la gestión de Monzón al frente de la entidad "no cumplió las expectativas, motivo por el cual su dimisión fue forzada".
"Obviamente no le hizo un gran favor a Monzón la caída de la cotización de la compañía, el ERE al que tuvo que hacer frente, ni los resultados del 2014. A las cuentas le pasaron factura distintos factores, como la apuesta por Brasil", completa. "Lo cierto es que la empresa necesita un cambio en el cual el mercado perciba que hay un proyecto de crecimiento en el largo plazo y de reducción de deuda", señala Carbonell. Y es que desde ese mismo año su deuda también se ha incrementado sensiblemente. En concreto, en 2009 ascendía hasta 123 millones; a cierre de 2014 alcanzaba los 650 y los expertos prevén que en 2015 llegue a los 831 millones. Si bien en 2016 comenzará a caer (ver gráfico).
Este mismo año la compañía presentó un ambicioso plan estratégico para el periodo 2015-2018. Fue premiado en bolsa e Indra aún está entre las diez más alcistas del Ibex en el año, con una escalada del 23,4%. Los analistas creen que este año será de cambio y que los inversores tendrán que esperar a los próximos para dirigir su mirada hacia Indra. "El año 2015 será de nuevo de transición, con fuertes pérdidas a nivel de beneficio neto por las provisiones y sin entrar aún los efectos de la reestructuración. Quien invierta en Indra tiene que mirar a 2016 y 2017", explica el último informe de Beka Finance.
Asimismo, desde JP Morgan señalan que los inversores "probablemente marquen un límite en 2015 y esperen ansiosos a los márgenes del 10 o 11% en 2018". Y es que uno de los objetivos señalados por la empresa en su plan de futuro incluye lograr un margen ebit del 10-11% ese año, un objetivo sobre el que los expertos tienen dudas, ya que esperan que ese año se quede en el 9,2%.