Conoce todos los rincones de Inverco, la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones, porque lleva instalado en ella desde 1995. Consciente de que todavía quedan retos por delante, y dejando la puerta abierta a realizar nuevos cambios en la patronal, Aldama advierte de la urgente necesidad de potenciar la inversión en pensiones.
¿Cómo afronta la presidencia de Inverco?
Con mucha ilusión y responsabilidad porque es una asociación muy representativa. Tenemos integrados a instituciones de inversión colectiva, al sector de planes y fondos de pensiones y a miembros asociados. Cuenta con una reputación importante y está muy vinculada a sus homólogas internacionales, por lo que el legado exige responsabilidad. Ganas no van a faltar.
¿Se plantea hacer cambios?
La asociación tiene que ir evolucionando con las demandas de la sociedad y de nuestros asociados. Además, cuando se producen cambios de personas también modifican los estilos. Todo el mundo trata de dejar su impronta. Junto al mío, otras dos personas han dejado la institución (el secretario general y el secretario general adjunto) y eso implica cambios en la definición de prioridades. Habrá que afrontar retos.
¿Cómo cuáles?
Uno es internacionalizar el sector. No podemos acabar convirtiéndonos exclusivamente en un país de distribución, debemos preservar parte de la gestión. Las instituciones domésticas invierten el 50 por ciento de sus activos en España. En la medida en la que la gestión no se pueda consolidar aquí y tenga que irse fuera se invertirá el dinero en productos de terceros, lo que acabará invirtiendo el peso de España en los índices internacionales, que ahora es del 2 por ciento. Otro es cambiar la cultura del ahorro porque en España se ahorra mucho pero mal. Ocho de cada diez euros se concentra en el sector inmobiliario. En la medida en la que se invierta más en productos financieros y menos en ladrillo nos acercaremos a las medias europeas. Ahora tenemos 105.000 millones de euros en planes de pensiones, que representan un 10 por ciento del PIB entre individuales y sistema de empleo, pero con el estándar de la OCDE del 30 por ciento, tendríamos que tener 300.000-350.000 millones.
¿En qué estado está la carta que el Gobierno iba a enviar para informar sobre la jubilación?
En punto muerto. No informar crea sensación de miedo infundado porque nadie duda de que la pensión pública seguirá existiendo, pero no con los niveles de prestación actuales. La vía por la que han optado casi 80 países de la OCDE en los últimos 15 años es la de reducir prestaciones elevando la edad de jubilación o aumentando el número de años de cómputo para calcular la pensión. Eso implica que la tasa de sustitución converja, en el caso de la OCDE, a una media del 40 por ciento. En España, que también se está yendo por esta vía, la tasa de sustitución del sistema público está en el 73 por ciento. Cuando baje, aumentará la importancia de las pensiones privadas.
¿Es lo único que falta para concienciar a la población?
En realidad, estamos ante la pescadilla que se muerde la cola. Sin información, con la tasa de sustitución alta, con las empresas que tampoco quieren financiar gratis las pensiones privadas porque ya financian las públicas y con los sindicatos que dan prioridad a mantener o subir salarios, lo poco que hay en planes de empleo viene de las antiguas prestaciones que tenían las entidades financieras. Si esto no cambia, el sistema de empleo perderá presencia respecto al individual. El problema es que en éste último solo ahorran los que tienen capacidad para ello, en principio aquellos con salario por encima de los 35.000 euros.
¿Y si se hiciesen más competitivos?
Si se miran las rentabilidades, éstas son ligeramente superiores en muchas de las categorías de planes de pensiones que en fondos de inversión. Y ya no es porque sean más caros o más baratos, sino porque en media ponderada los planes han invertido 10 puntos más en renta variable que los fondos. En cuanto a las comisiones, ha habido una reducción del 30 por ciento, que debería haberse hecho por categorías, que sitúa ahora la media ponderada del sector en torno al 1,2 por ciento, una cifra razonable comparada con la de los fondos.
¿Qué opina de productos como la cuenta jubilación, que ya se usa en países como EEUU o Reino Unido?
En Europa Continental -incluso en Reino Unido- no se usa el 401-k. En Reino Unido, lo que funcionan son los planes de pensiones de empleo o sus equivalentes en seguros. A veces, lo que funciona bien en un país no funciona en otro. Un cambio podría ser bueno, pero los legisladores han privilegiado otros productos.
Por primera vez desde 2012 el patrimonio en fondos ha caído, ¿qué parte de culpa tiene la cuenta '1,2,3'?
Se han juntado varias causas. La semi crisis con la renta fija, Grecia y la acción comercial de alguna entidad más volcada en otro tipo de ofertas este mes. Pero con la rentabilidad del depósito en el 0,2-0,3 por ciento como mínimo otros 12 meses, no hay una alternativa óptima en la colocación de productos que los fondos. Pero habrá que tener en cuenta que las rentabilidades del primer trimestre han sido tan extraordinarias que no se pueden mantener el resto del año.
¿A dónde irá el dinero que ha salido de renta fija?
Hay mucha cartera de mandatos y cada vez más fondos perfilados. Las entidades están poniendo el foco en tratar de vincular al ahorrador con el producto que más les convenga y mi impresión es que la figura de los fondos perfilados cada vez tendrá una mayor penetración.
¿El futuro de la gestión pasa por las fusiones?
Todo apunta a que sí porque el coste regulatorio de la industria es muy elevado. El tsunami regulatorio ha elevado los costes. Y también porque estamos en un entorno donde dos de cada tres suscripciones de fondos a nivel europeo son de entidades transfronterizas. Los mayores costes expulsan de alguna forma a las pequeñas y se cercena la posibilidad de que aparezcan nuevas iniciativas empresariales en el mundo de la gestión de activos. Es un efecto indeseado pero real.