Las autoridades chinas han vuelto a salir a la palestra para intentar calmar a los inversores tras el desplome bursátil de hoy, cuando el índice de referencia de Shanghái se desplomó un 8,5%, su peor jornada en más de ocho años. La caída de hoy se produjo sin ningún motivo aparente más allá de especulaciones sobre una posible retirada del apoyo gubernamental y tras tres semanas de subidas .
Zhang Xiaojun, portavoz de CSRC, el regulador chino de los mercados, ha asegurado hoy que la China Securities Finance Corporation (CSF), el vehículo que utiliza el gobierno para intervenir en el mercado, continuará comprando acciones para "estabilizar" las bolsas, según recoge la agencia oficial de noticias Xinhua.
Según las estimaciones que la agencia estadounidense Bloomberg publicó hace 10 días, la CSF dispondría de entre 2,5 y 3 billones de yuanes, casi 450.000 millones de euros, para intentar sostener el mercado de valores. Este dinero iría dirigido a financiar a brokers y bancos con el objetivo de comprar acciones y evitar que volvieran los desplomes.
A falta de más detalles, según anunció en su día Pekín, estabilizar el mercado supondría que el Shanghái Composite superara los 4.500 puntos, cuando hoy cerró en los 3.725,56. Esto significa que debería subir más de un 20% para alcanzar el objetivo oficioso del Gobierno.
Contra las ventas "malintencionadas"
Por otro lado, Xiaojun ha asegurado que está investigando las grandes ventas realizadas por algunos individuos, y que castigará cualquier venta a corto "malintencionada", en línea con algunas de las medidas excepcionales que se han puesto en marcha en los úlitmos dos meses.
Las autoridades chinas se han embarcado en una serie de medidas sin precedentes para frenar un desplome bursátil que se llevó 4 billones de dólares de los mercados entre finales de junio y mediados de julio. Así, China permitió que más de 1.400 compañías suspendieran la negociación de sus valores (hoy de nuevo más del 60% del mercado ha superado el límite de 10% de caída diario), prohibió a grandes accionistas y directivos vender sus participaciones, restringió las ventas a corto y suspendió las nuevas salidas a bolsa.
La primera y tímida reacción oficial llega de esta forma, aunque de una manera mucho más tímidad, de momento, que en otras ocasiones. Muchas de las medidas mencionadas llegaron tras desplomes menores, y en la mente del inversor continúan muy presentes las dudas sobre la estabilidad de la bolsa china. De hecho, muchos dudan de que un mercado tan intervenido pueda recuperar la "normalidad".
Por el momento, lo que sí es un hecho es que los inversores internacionales están tratando de reducir su exposición al mercado chino, donde por otra parte se ha incrementado mucho la presencia del pequeño inversor /en muchas ocasiones además muy apalancado, lo que incrementa el riesgo), muy incentivado desde el Gobierno a participar en bolsa.
Hasta hoy, parecía que las medidas surtían efecto: Shanghái se anotó más alrededor del 17% desde el pasado 8 de julio y encadenó tres semanas consecutivas al alza. Algo de optimismo tras un hundimiento del 30% entre mediados de junio y principios de julio, pero algo que, con el desplome de hoy, podría ser un simple espejismo.
"Si el Gobierno no hace nada entonces todos sus esfuerzos previos se habrán malgastado, pero si continúan con los rescates entonces el gobierno se hará cada vez más grande", resume Zhun Ning, vicedecano del Shanghái Advanced Institute of Finance en declaraciones al Financial Times.