La deuda española celebra hoy el tercer aniversario de los máximos históricos de la prima de riesgo. En estos tres años, el bono ha recorrido un viaje nunca antes visto: de casi 650 puntos básicos. España tiene muchos motivos para celebrar esta efeméride, ya que en julio de 2012, el país estaba llamando a las puertas del infierno, mientras que ahora, en 2015, ha llegado a subir hasta el cielo marcando mínimos de rentabilidad del bono.
El año 2011 acabó con buenas noticias para la prima de riesgo, que venía relajándose desde noviembre. Las elecciones generales dieron al partido ganador, el PP en este caso, una victoria por mayoría absoluta que permitía poner en marcha las medidas que pedía el mercado y así, aliviar el riesgo país. En apenas dos semanas cayó 150 puntos básicos, hasta la zona de los 290 puntos. Pero el escenario tardó muy poco en volver a deteriorarse y lo hizo a un ritmo inusitado a partir de enero de 2012.
La recesión, la crisis periférica, los rumores sobre la ruptura del euro... Los mercados devoraban los puntos básicos del bono español con ferocidad, hasta el punto de provocar que superara la línea roja del 7 por ciento el 18 de junio. Este nivel era el que marcaban los expertos como el de no retorno: a partir de ahí, cualquier país se acababa viendo obligado a solicitar un rescate. España ya había pedido la asistencia financiera a inicios de de junio, pero ni siquiera esa ayuda calmó al mercado. Los inversores huían del país, cerrando a sus espaldas los mercados de capitales para el Estado y las empresas.
El juicio final
El 24 de julio se filtró a la prensa que Alemania preparaba un rescate para España de 300.000 millones de euros. La prima de riesgo, que llevaba ocho días de escalada, avanzó ese día hasta su máximo histórico: 638 puntos básicos. En sólo nueve sesiones había escalado 107 puntos y el ambiente ya olía a azufre.
Al día siguiente, 25 de julio, el mercado amaneció con una voracidad renovada y la prima de riesgo avanzó hasta sus máximos históricos intradía: 650 puntos básicos, con el bono en el 7,75 por ciento. Fue entonces cuando el Banco Central Europeo (BCE) tuvo que salir en defensa de España y del euro. Esa mañana filtró que el Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (Mede) podría necesitar más de los 500.000 millones con los que estaba dotado y que podría ser necesario entregarle la licencia bancaria para poder financiarse a través del BCE. Sólo así consiguió aliviar la tensión por unas horas, pero no era suficiente.
El día del juicio final fue el 26 de julio y el abogado del euro fue el presidente del BCE, Mario Draghi. En una reunión en Londres pronunció su frase más famosa: "Haré lo que sea necesario para salvar al euro". Con esas palabras ganó el litigio y consiguió que la prima de riesgo española cayese en casi 200 puntos básicos en menos de un mes. Para culminar su promesa, aprobó en septiembre el programa OMT, que fue el bálsamo definitivo.
A partir de ahí comenzó un descenso rápido de la prima de riesgo y de la rentabilidad del bono. Por el camino, la economía española se recuperaba y el BCE aprobaba más estímulos monetarios. El escenario para la deuda periférica mejoró tan rápido que el bono español marcó sus mínimos históricos de rentabilidad este mes de marzo en el 1,145 por ciento. En menos de tres años había caído en 650 puntos básicos