
El giro que han sufrido los bonos en las dos últimas semanas ha cambiado el mercado de renta fija: la volatilidad será una constante a partir de ahora y la rentabilidad de los activos no volverá hasta los mínimos históricos que se alcanzaron hace menos de un mes, según estiman los expertos. La recuperación de la inflación y la economía actúa de contrapeso a las compras millonarias del BCE.
Los felices años de la renta fija se han acabado en 2015. En este caso no ha habido saltos por las ventanas, ni banqueros intentando frenar el colapso, como ocurrió al final de la década de los veinte, pero los expertos coinciden en que los años felices de la deuda no volverán. Esos meses en los que todo subía sin importar qué tipo de bono fuese, han pasado y los niveles de rentabilidad que alcanzaron en abril seguirán siendo históricos por mucho tiempo.
Las rentabilidades tan bajas que llegaron a marcar los títulos de deuda, con tramos tan largos como un bono alemán a nueve años en negativo, no van a regresar a menos que el escenario de deflación vuelva a imponerse en la eurozona, según estiman los expertos. En el escenario económico actual hay dos factores que invitan a pensar en que la mejoría de los precios de los últimos meses continuará durante el próximo año: la subida del precio del petróleo y las inyecciones monetarias del Banco Central Europeo (BCE).
Tarde o temprano, los inversores debían proteger su dinero exigiendo un rendimiento mayor a los activos para proteger sus ganancias, esto es, una rentabilidad real (descontada la inflación) que al menos fuese positiva. Esto significa que los retornos tan bajos que se han visto no volverán a menos que cambie la coyuntura macroeconómica de crecimiento e inflación. "El mercado ha valorado hasta dónde puede llegar el proceso desinflacionista", explica Víctor Alvargonzález, director de Inversiones de Tressis. "Pueden producirse episodios de bajada de las rentabilidades, pero en el medio plazo deberían normalizarse", explica Miguel Ángel García, director de Estrategia de Mercados de Banca March. "Los mínimos de rentabilidad que vimos no tienen mucho sentido", apunta Marian Fernández, analista de Andbank, "hay que ver hasta qué punto el fundamental pesa sobre el flujo de liquidez del BCE". La lectura es sencilla, es en la previsión donde se complica: mientras la entidad siga comprando 60.000 millones de euros mensuales de bonos, el mercado seguirá teniendo demanda, por lo que las rentabilidades podrían vivir nuevas fases de caída.
Volatilidad y oportunidades
En definitiva, los expertos proyectan para los próximos meses un escenario de cierta volatilidad, pese a que las compras del BCE siguen proveyendo al mercado de órdenes de compra. Los inversores tendrán más cautela en sus operaciones y los movimientos del mercado abrirán y cerrarán oportunidades a su paso. "La volatilidad aumentará en los próximos meses, porque cuando hay divergencia en las políticas monetarias, suelen generar más movimiento en el mercado, porque los inversores están más confusos", explica Sasha Evers, director de BNY Mellon IM. La Reserva Federal y el Banco de Inglaterra ya están valorando cuándo puede ser el momento oportuno para endurecer su política monetaria, mientras que el BCE y el Banco de Japón van a seguir imprimiendo billetes. "No creo que la subida de las rentabilidades de los bonos europeos sea un cambio de tendencia; no se producirá hasta que la Fed empiece a subir los tipos de interés", explica José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España.
El giro del mercado de los últimos días ha sido muy brusco, para muchos expertos demasiado, por lo que creen que puede producirse una ligera corrección en las próximas semanas, pero serán movimientos temporales. Lo normal es que las rentabilidades avancen al ritmo que marque la recuperación y la inflación, pero ese lo normal indica que habrá volatilidad si los datos son mejores o peores de lo esperado. "A largo plazo seguimos pesimistas, pero ahora creemos que hay un poco de sobreventa en el mercado y que las rentabilidades pueden estrecharse a corto plazo", explica Pablo González, consejero delegado de Ábaco Capital.
Aquí sobra dinero
Uno de los problemas con los que tiene que lidiar el mercado es el exceso de liquidez derivado de las inyecciones monetarias que llevan años realizando los grandes bancos centrales. Lo que han provocado es un proceso de inflación de activos financieros que se traduce en precios que no se corresponden con las valoraciones por fundamentales. En otras palabras: todo está muy caro, en especial en los bonos, que están en niveles históricos. La consecuencia es obvia: los inversores están nerviosos por tener que pagar precios tan altos, lo que genera incertidumbre.
El ejemplo perfecto es el comportamiento de los bancos europeos durante las dos semanas de caída del precio de los bonos. Las entidades decidieron proteger su dinero, aunque para ello tuvieran que pagar. El lugar perfecto es el parking de liquidez que pone a su disposición el BCE, esto es, la facilidad de depósito, donde los bancos pueden dejar su exceso de caja a un día pagando un interés del 0,2 por ciento. En las dos últimas semanas, las entidades han llevado a Fráncfort mucho dinero, hasta 120.000 millones de euros, unas cifras que no se habían visto en casi dos años. Prefieren un coste fijo a un riesgo que no pueden valorar.