
El West Texas vuelve a cotizar hoy por debajo de 50 dólares y amplía la sombra negra que se cierne sobre el naira nigeriano, en mínimos históricos, y el real brasileño, en mínimos de más de una década.
Malas noticias para los países que creían que la guerra del petróleo ya había escrito su última crónica. Para aquellos que pensaban que otros actores reducirían su producción y ellos podrían conservar cuota de mercado pero, eso sí, con mejores precios. Nada más lejos de la realidad: Arabia Saudí, Irak, Irán y Kuwait recortarán sus precios de venta para Asia en marzo, lo que ha reabierto las hostilidades. El barril de West Texas cae hoy por debajo de 50 dólares por primera vez en más de una semana y vuelve a poner contra las cuerdas a los países productores. No solo eso, la evolución del crudo ha tenido un gran impacto sobre el resto de materias primas industriales en los últimos meses, por lo que la alerta para todos los países productores ha vuelto a encenderse.
La agencia de rating Standard & Poor's ha realizado una oleada de rebajas de calificaciones y perspectivas en las últimas semanas de los países productores. El lunes recortó la nota de Venezuela en un escalón, hasta CCC, de Bahréin, que se queda a un paso del bono basura en BBB- y, finalmente, ayer alertó de la calificación de Nigeria. S&P advirtió que podría degradar la deuda del país, que está a un escalón de perder la doble B. La agencia revisará el rating soberano del país el próximo 20 de marzo.
De divisa exótica a 'espeluznante'
Nigeria empezó 2014 como uno de los tesoros del continente africano y apenas 12 meses después atraviesa uno de sus momentos más complicados por la caída del crudo y por el auge del grupo terrorista Boko Haram. En este contexto, la salida de flujos del país ha llevado a su divisa, el naira, a mínimos históricos, ya es necesario pagar más de 200 nairas para comprar un dólar. En los últimos 3 meses, su moneda se ha depreciado un 19% contra el dólar y un 11% sólo en 2015.
Todos los intentos del Banco Central de Nigeria (CBN) para frenar la depreciación de su divisa han sido inútiles. En los últimos tres meses ha gastado más de 6.000 millones de dólares, un 15% de sus reservas, en intentar frenar la debacle de su moneda. Intento inútil que lo único que ha provocado es que ha vaciado sus arcas de activos internacionales hasta su nivel más bajo en 3 años: 33.500 millones de dólares.

La incertidumbre entre los inversores se ha dejado notar en las emisiones recientes de deuda pública del país. A mediados de enero tuvo que pagar un tipo de interés medio del 15,42% para colocar bonos a 10 años, el coste más elevado desde agosto de 2012.
Un real sin corona
Brasil fue el emergente modelo durante los primeros años de la crisis. Bajo los Gobiernos de Lula da Silva se convirtió en el ejemplo de un país que conseguía captar inversores y generar actividad económica. En pleno 2015 encara un año complicado, con la joya de la corona del país, la petrolera Petrobras, está al borde del impago y la economía carioca está completamente estancada y salpicada por escándalos de corrupción de la clase política.
Por si fuera poco, la depreciación de las materias primas está dando la puntilla a la economía del país y a su divisa, el real. Para comprar un dólar hoy es necesario pagar más de 2,85 reales, una situación que no se había visto desde el año 2004. Una década en la cual llegaron a pagarse sólo 1,54 reales por cada dólar, pero esos niveles quedan hoy muy lejos, un 85% más arriba.
El Banco Central de Brasil (BCB) también ha tratado de frenar el desplome de su divisa, en su caso con tres subidas de los tipos de interés en todas las reuniones que ha celebrado desde octubre. Un avance desde el 11% hasta el 12,25% que ha servido de poco a la hora de parar la sangría de su divisa. De hecho, el tipo de cambio está hoy un 15% más bajo del momento en el que la entidad empezó a intervenir su divisa con operaciones en mercado abierto en agosto de 2013.
Para evitar que las agencias de calificación deteriorasen más su rating, el país empezó su política monetaria y, además, a subir algunos impuestos, como los de la gasolina, consumo con crédito, las importaciones y los productos cosméticos. Unas figuras tributarias con las que quiere maquillar sus cuentas públicas y asegurar la buena opinión de los inversores internacionales, a cambio, eso sí, de contraer su economía. A falta de conocer los datos del cuarto trimestre de 2014, en el tercero, la economía brasileña salió de la recesión con un pírrico avance del 0,08% logrado a base de gasto público. Con tipos de interés más altos y más impuestos, los procesos de inversión en un país muy dependiente de las materias primas podrían encarar meses complicados.