
En los tres años de Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo (BCE) no ha habido otra reunión en la que fuesen más necesarios los estímulos que en la de hoy. Desde su llegada a la entidad ha tenido que enfrentarse a los mayores desafíos desde la creación del euro, pero ninguno como el actual, que pone en jaque su principal mandato: mantener la estabilidad de precios.
Su discurso sigue menospreciando los riesgos de que la eurozona caiga en deflación, pero lo cierto es que el IPC está en positivo por solo tres décimas y que está en mínimos no superados en 61 meses.
Pero no es el único argumento que juega a favor de los estímulos. El BCE actualizará hoy su cuadro de previsiones incluyendo, por primera vez, las proyecciones para 2017. Si las estimaciones de inflación se siguen deteriorando, Draghi tendrá otro motivo más para luchar por conseguir más expansión monetaria.
Las expectativas de inflación del mercado (según marcan los futuros a cinco años) están en el 1,8%, cerca de los mínimos de octubre y mínimos de la serie histórica.
El problema alemán
El problema para 'Super Mario' vuelve a ser la oposición de Alemania. Nadie en Berlín quiere oír hablar de un programa de compra de bonos corporativos, y mucho menos soberanos. El BCE tendrá que elegir entre mantener la unanimidad de "adoptar más estímulos si son necesarios", o realmente aplicarlos ya.
"Parece que el Bundesbank no acepta de ninguna forma un programa de compra de deuda", explica Javier Santacruz, investigador asociado a la Universidad de Essexx. También Berlín tiene argumentos para oponerse a un programa de compra de bonos, "principalmente su inefectividad (escasa relación con la inflación) y su riesgo moral", explica Javier Flores, analista de Asinver.
Alemania mantiene su discurso de que es necesario esperar a ver cómo funcionan las medidas adoptadas hasta ahora. En especial, quiere ver si funciona el programa de compra de valores respaldados por activos (ABS) y conocer cuánta liquidez demanda la banca en la siguiente ronda de inyección, que realizará el 11 de diciembre, con el programa TLTRO.
Las posturas están marcadas y son firmes. El mercado es consciente de que un nuevo programa de estímulos vendrá sin el apoyo de Alemania, lo que rompería la unanimidad que está intentando recuperar Draghi. "Es complicado que el BCE dé pasos adicionales en el próximo encuentro, especialmente cuando en noviembre se impuso tender puentes dentro de la institución", explica Francisco Vidal, analista de Intermoney.
¿Qué postura dominará esta reunión? Los expertos creen que la unanimidad mandará y no habrá más estímulos en 2014. Draghi tendrá que utilizar su discurso para mantener las expectativas de los agentes económicos: seguirán velando por su objetivo de inflación y tomarán más medidas si es necesario, pero no de momento.
De esta forma, conseguirá ganar tiempo para valorar la dirección de los precios en la eurozona. Draghi tiene un último problema, el Tribunal Europeo todavía no se ha pronunciado acerca de la legalidad de aplicar un programa de compra de bonos soberanos (están discutiendo el OMT). Un obstáculo más que se interpone en el programa de compra de bonos.