
La renta variable estadounidense no ha pensado en tormarse un respiro y mucho menos entrar en fase bajista. Los pronósticos sobre cuándo comenzará la Fed a subir los tipos de interés, que se espera entre el primer y segundo semestre de 2015, no preocupa a los inversores.
En el vasto océano de la renta variable estadounidense, los inversores navegan intentando no quedar embobados por el canto de las sirenas, que hinchan sin sentido las valoraciones de algunos sectores, e intentando atar los enredados cabos de la Reserva Federal con el propósito de mantener una suculenta rentabilidad. Dice el refrán que antes de la tormenta, llega la calma pero, para Janet Yellen, presidenta de la Fed, salvo las biotecnológicas o las redes sociales, Wall Street puede seguir disfrutando de su histórica escalada.
"A los mercados europeos no les va tan bien, ya que el crecimiento económico es bajo y el persistente desempleo sigue asolando al continente", explica Alex Morozov, director de renta variable de Morningstar. Por el contrario, aquí en la capital financiera, en lo que llevamos de año, el S&P 500 acumula una subida del 8,17 por ciento mientras que en los últimos cinco años, la rentabilidad supera el 102 por ciento.
De momento, salvo amagos momentáneos, la renta variable estadounidense no se ha pensado aquello del respiro y mucho menos entrar en un mercado bajista. Los pronósticos sobre cuándo comenzará el banco central del país a subir los tipos de interés, parece no quitar el sueño a los inversores. "Las acciones estadounidenses se han disparado un 42 por ciento durante los últimos 18 meses, pero este retorno llegar tras pedir dinero prestado a futuro", justifica Stuart Kaiser, analista de renta variable para EEUU de Goldman Sachs.
Según sus conclusiones, el PER de las compañías que componen el S&P 500 suele expandirse considerablemente durante el año previo a un endurecimiento de la política monetaria. "Sin embargo, cuando dicho endurecimiento comienza, los múltiplos se contraen y el S&P 500 suele devolver una rentabilidad modesta", añade. Aún así, como bien señalaba la propia Yellen durante el turno de preguntas y respuestas el pasado miércoles ante el Comité de Servicios Financieros del Congreso, si todo continúa como hasta ahora, la Fed no debería encarecer el dinero hasta el tercer trimestre de 2015.
Es por ello, que el rally de la renta variable americana no tiene una meta a la vista. De hecho, desde Goldman Sachs se elevaba el precio objetivo del S&P 500 para finales de año hasta los 2.050 puntos, una mejora de 150 puntos desde su última proyección. Wall Street seguirá beneficiándose del dinero barato hasta el año que viene mientras que, hasta la fecha, los resultados corporativos superan el consenso. Michael Hartnett, estratega en Jefe de Inversiones para BofA Merril Lynch, pone de manifiesto que "el sentimiento de mejora de los inversores sobre el crecimiento, la inflación, la renta variable y la toma de riesgos, son todos testimonio de una potencial normalización macro en la segunda mitad del año. Esto podría eventualmente alimentar una normalización de las tasas. Si el crecimiento repunta, la volatilidad también aumentará", indica.
De momento, salvo sustos geopolíticos, parece que el optimismo reina en un mercado que desde el arranque del ciclo alcista, en marzo de 2009, las compañías del S&P 500 han ganado 15 billones de capitalización. De hecho, la acción media en este índice cotiza a 18,1 veces sus beneficios, su mayor nivel desde 2010. Eso sí, algunos comienzan a curarse en salud y advierten que "la vida después del cero" podría traer riesgos. Russ Koesterich, estratega jefe de inversiones de BlackRock asegura que "en la medida en que las políticas monetarias obstaculicen más a la volatilidad, más se estirarán las valoraciones, y mayor será el riesgo de que los mercados se desconecten del crecimiento de los beneficios".