Bolsa, mercados y cotizaciones

Los bajistas y el latrocinio germano del 82

El mercado es por naturaleza alcista. La rentabilidad histórica media de la bolsa es del 6 por ciento. Por este motivo los bajistas comienzan todos los años con un partido que teóricamente tienen que levantar y muy pocas veces logran que su estrategia alcance titulares de periódicos.

Si se buscan a los mejores bajistas de la historia, los nombres que aparecen son los de John Entwistle, de The Who; Flea, de Red Hot Chili Peppers; Paul McCartney, de los Beatles; John Paul Jones, de Led Zeppelin; o Cliff Burton, de Metallica. Al margen de la broma, ¿en el mundo de la inversión quién se acuerda de quienes fueron bajistas en los años en que la bolsa fue alcista? Sólo rememoramos a John Paulson, que ya en el verano de 2007 ganó 1.000 millones de dólares gracias al desplome del mercado hipotecario. Dos años después, tras la caída en septiembre de 2008 de Lehman, se convirtió en el inversor más aplaudido al haberse hecho multimillonario con la caída de la banca.

Sir John Templeton también logró abultadas ganancias desconfiando de la burbuja.com. Sentenció que el 90 por ciento de las nuevas empresas de Internet quebraría en cinco años y se posicionó fuertemente a corto en estas compañías. Llegó a decir de aquellas inversiones que eran "el dinero que más fácilmente había hecho". Pero los bajistas no construyen carteras afamadas de largo plazo, porque es mucho más fácil errar a la baja que al alza. La prueba es que por lo que de verdad se le conoce a Templeton es por buscar empresas de todo el mundo que ofrecieran precios bajos y que tuvieran excelentes perspectivas a largo plazo. Y su frase más conocida es que "cuando corra la sangre por las calles, es el momento de comprar".

Tomar posiciones cortas es una estrategia lógica, pero sólo para circunstancias muy puntuales. Al mercado se sale como en el fútbol a ganar o empatar, pero nunca a perder. Una de las escenificaciones más vergonzosas de una derrota fue el cochaveo que Alemania y Austria firmaron en El Molinón en el Mundial del 82 para impedir que Argelia -que había ganado a Alemania- se clasificara para la segunda fase. Austria perdió un partido en el que se renunció tácitamente al ataque y del que el diario El Comercio tituló: "Unas cuarenta mil personas, presuntamente estafadas en El Molinón por veintiséis súbditos alemanes y austriacos".

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